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Archivos Mensuales: septiembre 2016

Príncipe Carlos recuerda a neozelandeses caídos en IGM


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Oficiales neozelandeses antes de una ceremonia para conmemorar el centenario de la Batalla del Somme, en el New Zealand Battlefield Memorial en Longueval, en el norte de Francia, el 15 de septiembre de 2016. Michel Spingler AP Foto

Oficiales neozelandeses antes de una ceremonia para conmemorar el centenario de la Batalla del Somme, en el New Zealand Battlefield Memorial en Longueval, en el norte de Francia, el 15 de septiembre de 2016. Michel Spingler AP Foto

El príncipe Carlos de Inglaterra y otros dignatarios recordaron el jueves a los miles de soldados de Nueva Zelanda y de islas del Pacífico que murieron hace 100 años en la Primera Guerra Mundial, en emotivas ceremonias en el escenario de la devastadora Batalla del Somme.

Casi la mitad de los 15.000 soldados neozelandeses que lucharon en la batalla, una de las más sangrientas de la historia, fallecieron o resultaron heridos. La mayoría no tienen una tumba conocida, y sus nombres están escritos en un monumento de recuerdo en la localidad francesa de Longueval.

«Mi esperanza que es hoy podamos rededicarnos a un futuro libre de intolerancia y conflicto. Hacemos esto para honrar la memoria de quienes lucharon y murieron aquí, hace tanto tiempo», dijo el príncipe de Gales en un discurso en la Caterpillar Valley Commonwealth War Graves Commission de Longueval.

«Los recordaremos», agregó.

El príncipe — vestido con uniforme de capitán general de la armada neozelandesa, un rango que recibió el año pasado — depositó una corona de flores en el New Zealand Battlefield Memorial. El acto formó parte de una jornada de recuerdo en la región del Somme, cuyos bosques y prados se convirtieron en campo de batalla durante meses.

La infantería de Nueva Zelanda entró en combate el 15 de septiembre de 1916, hace exactamente un siglo, en la primera colaboración importante del país en el Frente Occidental. Cientos de soldados fallecieron, entre ellos muchos oceánicos que construían trincheras para comunicaciones bajo fuego de artillería.

Más de un millón de personas murieron, resultaron heridas o desaparecieron en la Batalla del Somme, que enfrentó a los ejércitos británico y francés con el alemán entre el 1 de julio y el 18 de noviembre de 1916. Ambos bandos intercambiaron bombas de gas e incansables bombardeos de artillería.

Autoridades británicas, francesas y alemanas han celebrado múltiples aniversarios del centenario de la batalla este año, destacando los avances realizados en la unidad de Europa en las últimas décadas para evitar futuras guerras.

 
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Publicado por en 22 septiembre, 2016 en Noticias relacionadas

 

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La neutralidad española en la Primera Guerra Mundial y su impacto económico


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Hace ya 100 años de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1916) y en algunos países de Europa aprovechan este centenario para realizar algunos actos conmemorativos y recordar aquella barbarie, en España la tenemos muy olvidada a pesar de las enormes implicaciones que para nuestro país tuvo tal evento pese a nuestra neutralidad

imagendsdsdsdA principios del siglo pasado, España, lejos de ser la potencia que había sido, dirigiendo los designios de medio mundo, se encontraba en una complicada situación. Tras haber perdido sus últimos territorios de ultramar y con ellos buena parte de su flota y casi todo lo que le quedaba de prestigio, se enfrentaba en Marruecos a una guerra incesante y en su propia casa al ascenso de los movimientos obreros cada vez más radicales.

Es por eso que nunca le fue requerida a nuestro país la adhesión a su causa por parte de ningún bando. Con un ejército que se encontraba anticuado, casi sin armada naval, y con el problema de Marruecos que desembocaron en crisis y huelgas como la Semana Trágica en 1909, España era un Estado de segundo rango, que carecía de la potencia económica y militar suficiente como para presentarse como un aliado deseable a cualquiera de las grandes potencias europeas en conflicto. Por eso ninguno de los países beligerantes protestó por la neutralidad española. Fue simplemente tenida como una declaración de impotencia, puesto que se basaba simplemente en que España carecía de los medios militares necesarios para afrontar una guerra moderna, independientemente del bando elegido, que con los dos se coqueteó.

La vinculación mediterránea de nuestro país y sus intereses en Marruecos ponían en contacto a la política exterior española con las de Inglaterra y Francia; por eso, las relaciones con estos dos países fueron más frecuentes y estrechas, aunque no siempre sus intereses coincidían con los españoles. La diplomacia franco-británica centró su objetivo ante el conflicto en evitar que España entrara en el área de influencia alemana. Por su parte, Alemania utilizó el acercamiento a España para atemorizar o dividir a sus adversarios.

En cuanto al impacto económico, se podría afirmar que el conflicto bélico tuvo una entidad y trascendencia capitales para el desarrollo del capitalismo español. Un verdadero rio de oro llegó a las arcas de los industriales y comerciantes españoles. El comercio exterior creció a un ritmo desconocido hasta entonces. De hecho, si en los años de la preguerra nuestra balanza comercial tenía un saldo negativo de entre 100 y 200 millones de pesetas, con el estallido bélico pasó a ser de unos 200 a 500 millones de saldo positivo. La razón era sencillamente que una serie de productos de exportación habían experimentado una gran demanda en el mercado extranjero y otros que hasta ahora no habían tenido más que un mercado nacional, debido a las circunstancias especiales de la guerra, resultaron rentables para otras naciones.

El ejemplo más claro estuvo en la minería asturiana del carbón y en el hierro vasco. En el primer caso, pasamos de un carbón que por sus difíciles condiciones de explotación se hallaba en desventaja frente a otros carbones europeos, a un producto que aumentó su producción entre un 10 y un 20% anual durante los años de conflicto. Así, las explotaciones mineras del carbón pasaron de 17.000 empleados a más de 40.000 en los cuatro años de guerra. En el caso del hierro vasco multiplicó por 14 su cifra de negocio.

Otro sector que creció exponencialmente fue en del transporte marítimo.  El aumento de la demanda mundial y las dificultades provocadas por el bloqueo submarino alemán tuvieron como consecuencia una inmejorable situación para las navieras. Entre 1918 y 1920 se crearon 56 nuevas empresas de este tipo y los precios de los transportes marítimos habían crecido tanto que los dividendos de algunas de esas empresas llegaron a ser del orden del 500%. Esta situación se mantuvo incluso cuando Alemania declaró en 1917 la guerra submarina total y, en su afán por ahogar la economía inglesa, comenzó a hundir cualquier embarcación, fuese de la bandera que fuese, que comerciase con los ingleses. Esto dio lugar a esperpentos como el de tener que lamentar hundimientos de cargueros españoles (hasta el 25% de la flota mercante española) al tiempo que se daba permiso para reparar y luego zarpar a un submarino alemán en el puerto de Cádiz.

Otros sectores crecieron quizá menos espectacularmente, pero su avance se mantuvo más tiempo, como la industria textil catalana o el sector bancario. En términos generales puede afirmarse que toda la actividad económica española se vio muy estimulada por la Primera Guerra Mundial. Y así, empresarios y financieros obtuvieron pingües ganancias con sus negocios (el número de bancos se duplicó en estos años), pero no ocurrió lo mismo para los trabajadores. La inflación de los productos de primera necesidad, así como el desigual reparto de la riqueza y de las cargas tributarias –en un Estado aún clientelista y caciquil– provocaron las airadas denuncias de los sindicatos de clase y las asociaciones obreras.

Todo este “milagro” económico se evaporó poco después de terminar la guerra. El fin de las condiciones excepcionales supuso el fin de la gallina de los huevos de oro, y comenzó un nuevo drama para España. Las exportaciones cayeron un 39% y seis mil empresas echaron el cierre. La crisis de sobreproducción trajo consigo, además, un fuerte desempleo industrial y la lucha obrera se recrudeció. Además, se tuvo que luchar contra la mala prensa del letal virus de la gripe, que en la primavera de 1918 mató a más de 40 millones de personas en todo el mundo, más de 300.000 personas solo en nuestro país. Una enfermedad que no se originó en España (el primer caso fue en Estados Unidos), pero como país pobre, secundario y encima neutral, tuvo que cargar con la mala prensa.

 
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Publicado por en 22 septiembre, 2016 en Noticias relacionadas

 

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El miedo y el terror que provocaron los tanques de guerra la primera vez que aparecieron en un campo de batalla hace 100 años


BBC Mundo

«Los soldados alemanes sintieron el tipo de terror que da la superstición, hasta que la luz del día reveló su verdadera naturaleza».

 Aunque a primera vista eran impresionantes, no funcionaban muy bien.

Aunque a primera vista eran impresionantes, no funcionaban muy bien.

Así fue descrita la reacción ante los tanques de guerra que observaron las fuerzas británicas tras entrevistar a los prisioneros que tomaron el 15 de septiembre de 1916.

El tanque, que llegaría a tener un papel protagónico en las guerras y a darnos algunas de las imágenes más potentes del siglo XX, irrumpió por primera vez hace 100 años en la batalla del Somme, en Francia,una de las más sangrientas de la Primera Guerra Mundial.

Su debut fue un acto desesperado de generales, un experimento desordenado, con resultados cuestionables.

Un grupo selecto de jóvenes fueron los primeros en sentir su influencia terrible, que les cambió la vida para siempre.

El arma de los británicos que atemorizaba a los alemanes en la Primera Guerra Mundial

«Sección Pesada»

William Dawson nació en Boston, en Lincolnshire, Inglaterra, y era el mayor de cuatro hermanos. Su padre se había ahogado en el mar en 1898, cuando él tenía 10 años, por lo que tan pronto como dejó la escuela, empezó a trabajar para mantener a la familia.

Encontró el empleo con una compañía naviera, pero lo que más le interesaba eran los motores.

A principios de 1916 respondió a un anuncio en la revista Motor Cycle, en el que la unidad del Ejercito Británico en la Primera Guerra Mundial MMGS (Motor Machine Gun Service) solicitaba reclutas con inclinación por la mecánica para un servicio intrigantemente vago.

En mayo fue transferido a la «Sección Pesada» de MMGS.

Unos días más tarde Dawson estaba en un campo de entrenamiento en Suffolk escuchando «una charla muy seria de alguien que nos decía que el nuevo proyecto era tan, tan secreto que no podía darnos detalles, pero que era muy importante».

«El lugar secreto en el que estábamos era muy grande y el perímetro estaba vigilado día y noche por 500 o más reservistas totalmente armados con fusiles y municiones», escribió años más tarde.

«Una mañana temprano, justo después de la luz del día, nos despertó un ruido y un traqueteo de unos motores».

«Todos salimos entusiasmados de las tiendas de campaña, con lo que habíamos dormido, y allí estaban los primeros tanques«.

Tras describir su apariencia como «extraordinaria», agregó: «Inmediatamente empezamos a aprender cómo era su mecanismo y motor, y comenzamos a conducirlos por una pista con obstrucciones más de un metro de alto».

La idea de vehículos de combate blindados había estado presente desde la época de Leonardo da Vinci, pero al estallar la Primera Guerra Mundial, no eran mucho más que ciencia ficción.

Cruzar trincheras

No obstante, a medida que los combates en Francia y Bélgica se fue tornando en una guerra de trincheras, el concepto empezó a ganar partidarios.

Habiendo visto las condiciones en el Frente Occidental como corresponsal oficial del Ejército, el coronel Ernest Swinton podía presionar a favor de la construcción de tractores blindados para aplastar el alambre y cruzar las trincheras.

Se las arregló para atraer el apoyo de Winston Churchill, quien en ese entonces era Primer Lord del Almirantazgo.

A principios de 1915, el comité responsable le encargó a una empresa de maquinaria en Lincoln construir prototipos. Gran parte del trabajo de diseño fue realizado en una habitación de un hotel local.

Los tanques pasaron de la ciencia ficción a ser una realidad de acero en el espacio de seis meses.

A fiines de 1915 una máquina de 8 metros de largo y 28 toneladas de peso cruzó un sistema de trincheras maniquí en Hatfield, en Hertfordshire, Inglaterra.

A Lord Kitchener, el ministro de Guerra, le pareció que era «un juguete» y «sin valor militar serio», pero un representante del comandante en jefe Douglas Haig se limitó a decir: «¿Qué tan pronto podemos empezar a usarlos?«.

Para entonces la planificación de la ofensiva del Somme estaba en marcha.

A pesar de grandes esperanzas, las terribles pérdidas del primer día y la continuación de la lucha sangrienta significó que la necesidad de una arma nueva era más grande que nunca.

Nueva unidad del ejército

Al igual que con los tanques mismos, una unidad completamente nueva del Ejército, para un nuevo tipo de guerra, fue creada a toda prisa en cuestión de meses.

Tanto los 500 hombres como los 50 tanques estaban lejos de estar listos para el combate.

«Nuestro comandante, el subteniente Macpherson, era un joven bueno y simpático pero, así como nosotros, nunca había estado en un campo de batalla real antes», señaló Dawson.

«La información e instrucciones con respecto a los objetivos fueron totalmente inadecuadas».

Basil Henriques era de una clase social más alta. Fue nombrado teniente y comandante de tanques a los 25 años, a pesar de que también adolecía de la formación apropiada.

«No entrenamos nunca con la infantería y esa infantería, con la que íbamos a luchar, nunca habían oído hablar de nosotros antes de vernos en la batalla«.

A su llegada a Francia sólo había trabajado con su equipo una vez y ni siquiera habían usado las armas de fuego de su tanque.

Infernal

Una cosa era clara para todos: usar los tanques era infernal.

La tripulación de ocho personas iba en el compartimento de un tanque que no tenía ninguna suspensión y la visión era muy limitada. Cada viaje era ensordecedoramente ruidoso, lleno de humo y atropellado.

Estaban en los límites de la tecnología.

Los motores no eran fiables, la armadura era delgada, las tácticas eran conjeturas. La comunicación todavía se valía mayormente de señales con las manos o palomas.

Y eso sin que les hubieran empezado a disparar.

El 15 de septiembre 1916 casi todos los más o menos 50 tanques disponibles serían utilizados para tratar de capturar el pueblo de Courcelette.

Los primeros indicios no fueron auspiciosos. Por averías varias, sólo 31 máquinas llegaron a la línea de salida.

Reacción alemana

La reacción de los defensores alemanes al ver los tanques fue variada. Una guarnición simplemente huyó aterrada.

Pero otros atacaron a los tanques con cualquier cosa que tuvieran a mano: ametralladoras, pistolas, granadas y artillería.

El comandante, Macpherson, salió del tanque para informarle a sus superiores sobre lo que estaba pasando y lo mataron.

Henriques en el tanque C22 también estaba en el combate: «Íbamos aplastando alemanes al pasar pues no podíamos manejarlos bien».

Los proyectiles de las armas de fuego chocaban contra el tanque y él tenía que mirar a través de una rendija estrecha de vidrio para intentar ver al enemigo.

«Una violenta explosión hizo que entraran astillas y la sangre empezó a correr por mi cara. Paso seguido, nuestro prisma de vidrio se rompió en pedazos, y luego, otra gran explosión. Yo creo que una bomba estalló justo en mi cara«.

Con el tanque lleno de hombres heridos, Henriques se retiró.

No todo el mundo corrió con la misma suerte.

En llamas

Cyril Coles, que nació en Canford, Dorset, en 1893, se alistó en el ejército en febrero de 1916 y fue un artillero de tanque en Francia en agosto.

Su aparato era el D15. Se suponía que iba a ser uno de tres vehículos blindados que atacarían juntos, pero los otros se atascaron antes de cruzar la línea de salida en las zanjas de que dejaban las bombas.

Cuando D15 llegó a la primera trinchera alemana fue alcanzado por fuego de artillería.

La historia oficial de la batalla dice: «El comandante y su tripulación abandonaron el tanque en llamas, pero a dos de los hombres los mataron a tiros y los demás resultaron heridos».

Coles fue uno de los muertos. Ambos hombres fueron enterrados junto a la máquina destrozada.

Los investigadores del Museo del tanque piensan que Coles fue uno de los primeros hombres que operaron tanques muerto en combate.

Los cráteres combinados con el ataque enemigo, devastaron los tanques.

Cerca de 12 penetraron profundamente las líneas enemigas, pero la mayoría de ellos quedaron averiados. Sólo unos pocos estaban todavía en funcionamiento al día siguiente.

Los médicos le sacaron a Henriques le sacaron los trozos de vidrio de la cara.

La primera batalla de los tanques se llamaría la batalla de Flers-Courcelette y, según los estándares de la campaña Somme, fue considerada un éxito. Las nuevas máquinas, a pesar de graves deficiencias, habían mostrado potencial.

William Dawson y Basil Henriques sobrevivieron a la batalla y la guerra. Vieron cómo el tanque se convirtió en una parte cada vez más efectiva del Ejército, que jugó un papel importante para lograr la victoria en noviembre de 1918.

 
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Publicado por en 21 septiembre, 2016 en Noticias relacionadas

 

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