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31 de Octubre de 1915 – La aparición del Brodie Helmet


La aparición del Brodie Helmet

Al inicio de la guerra en Agosto de 1914, ninguna nación envió a sus tropas al frente con algún tipo de protección para la cabeza, y en muchos casos ni siquiera con uniformes aptos para el combate. En el Frente Occidental, en los primeros días de combate, las tropas francesas marcharon vestidos igual que sus antepasados hacia 50 años atrás, quepis rojos, chaqueta azul oscuro, pantalones bombachos blancos o rojos, polainas negras al igual que el calzado, sin duda muy elegantes, pero sumamente inapropiados dado que no tenían posibilidad de camuflarse en la vegetación veraniega. Por su parte sus aliados británicos habían adoptado un uniforme marrón claro ideal para utilizar en combate, aunque solamente usaban una gorra de plato.

Por su parte, los alemanes usaban uniformes grises, coronados con los tradicionales pickelhauben, casco de cuero negro rematado con una pica en la parte superior y en el frente con el escudo de cada reino que formaban el Imperio, aunque en combate estaban cubiertos por tela del mismo color del resto de las prendas.

A medida que la lucha paso del movimiento al estancamiento en las trincheras, aumentaban las heridas letales en la cabeza que generaban las armas modernas, sobretodo los proyectiles de la artillería y las granadas de mano. Ante esto los ingenieros del Ejército Francés comenzaron a desarrollar proyectos para solucionar el problema, por lo que a fines del verano de 1915, el Intendente-General August-Louis Adrian creo el M15, popularmente conocido como Casco Adrian, que estaba hecho de acero al carbono y apenas pesaban 0,76 kg, además tenía una cresta deflectora a lo largo del eje para despejar las esquirlas. A principios de otoño comenzó a ser entregado junto al nuevo uniforme de color celeste-grisáceo.

Con el mismo objetivo, la Oficina del Departamento de Invenciones de Guerra del Ejército Británico, recibió la orden de evaluar el diseño francés. La conclusión fue que no era lo suficientemente fuerte además de ser demasiado complejo para ser fabricado con rapidez. Por lo que se decidió adoptar un modelo patentado por el ingeniero John Brodie, que simulaba ser los antiguos cascos chapel-de-fer del medioevo, su ventaja consistía en que estaba construido sobre una sola hoja de acero que al ser prensado le daba una mayor fortaleza, además era más liviano que el modelo francés, constaba de una barbilla de cuero para sostenerlo con mayor facilidad.

Su forma similar a la de un “plato de sopa al revés” permitía proteger la cabeza y los hombros del usuario de los proyectiles que estallan por encima de las trincheras. El esquema de la pintura original, sugerida por el Ingeniero Brodie, era de un verde moteado claro, azul y naranja de camuflaje pero también fueron pintados en verde o azul-gris. Luego de varias pruebas, las primeras unidades fueron entregadas en el frente el 31 de Octubre de 1915, sin embargo dado su escaso número, el mando del ejército decidió que solo debían ser usados por las unidades que se encontraban apostadas en las trincheras del frente.

Sin dudas así como la tecnología avanzaba día tras día en crear nuevas armas de destrucción (Gas, lanzallamas, etc.), también era utilizada para dar una mayor protección a los soldados que soportaban la lucha.

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Casco Brodie adoptado por el Ejército Británico.
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Casco M15 o «Adrian», adoptado por las tropas francesas.
 
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Publicado por en 31 octubre, 2015 en 1915

 

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30 de Octubre de 1915 – Conferencia entre el General Joseph Joffre y el Mariscal de Campo Lord Horatio Kitchener


Conferencia entre el General Joseph Joffre y el Mariscal de Campo Lord Horatio Kitchener

En la segunda semana de Septiembre de 1915, el Ministro de Guerra del Imperio Británico, Mariscal de Campo Lord Horatio Kitchener había visitado el frente de batalla en Francia, reuniéndose con el comandante en Jefe de la BEF-British Expeditionary Force (Fuerza Expedicionaria Británica) el también Mariscal Sir John French y el General Sir Douglas Haig, quien estaba a cargo del 1º Ejército.

Luego de varias jornadas de recorrida, el día 12 de Septiembre tuvo lugar la reunión con el General Joseph Joffre y con el Jefe del Grupo de Armeé du Nord (Grupo de Ejércitos del Norte) General Ferdinand Foch, para discutir el plan de batalla elaborado por el Alto Mando Francés para lanzar una masiva ofensiva en otoño. Si bien los Generales Sir French y Sir Haig no estaban de acuerdo, el Mariscal Lord Kitchener quien no deseaba tener roces con sus aliados prometió colaborar con el envió de nuevas unidades pertenecientes a su plan de reclutamiento voluntario.

Las sucesivas ofensivas fueron lanzadas a finales de Septiembre, y a casi un mes, el fracaso era evidente, debido a que las líneas alemanas no habían sufrido ningún tipo de ruptura teniendo como contrapartida un importante incremento en las bajas. Ante esta situación el General Joffre, organizó un viaje junto a sus oficiales del Estado Mayor a Gran Bretaña para discutir la nueva situación con su contra-parte. Sin embargo el estancamiento de la situación militar, más el fracaso diplomático con respecto al Reino de Bulgaria, llevaron a la caída del 2º Gabinete del Presidente de Consejo de Ministros, René Viviani, siendo reemplazado el 29 de Octubre de 1915, por Aristide Briand quien convocó a ministros de varios partidos. SI bien el descontento de los políticos aumentaba, el General Joffre, seguro de su posición, viajo ese mismo día, llegando a Londres, siendo su primera visita desde el inicio de la guerra, en medio de muestras de simpatía y respeto por parte de los ciudadanos.

Luego de las actividades protocolares, en la mañana del 30 de Octubre de 1915, se reunió en la Oficina de Guerra con el Mariscal Lord Kitchener, donde luego de un análisis de la situación de los diferentes frentes de batallas, se llegó a la conclusión que las ofensivas en el occidental debían finalizar debido a las exiguas ganancias territoriales, el alto de número de bajas y la proximidad del invierno. En cuanto al nuevo frente en los Balcanes, el ministro británico se comprometió al envió de más tropas.

Al finalizar la conferencia, ambos militares se dirigieron a almorzar a la legación diplomática francesa, donde los aguardaba el embajador Paul Cambon, en el trayecto, el General Joffre luciendo su clásico uniforme de campo azul oscuro fue vitoreado por los transeúntes.

En las primeras horas de la tarde, ambos militares fueron acompañados por el Primer Lord del Almirantazgo, Lord Arthur Balfour para reunirse con el Primer Ministro Herberth Asquith en su sede oficial de 10 Downing Street, donde compartieron varios aspectos del devenir de los combates.

La visita del General Joffre a Londres tenía como principal objetivo el inicio de la planificación de futuras operaciones militares, en un momento en que su posición se encontraba debilitada debido en gran parte al fracaso de las ofensivas otoñales.

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Crónica del periódico «New Zealand Illustrated Magazine», sobre la visita del General Joseph Joffre a Londres.
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Ilustración del encuentro entre el Ministro de Guerra del Imperio Británico Mariscal de Campo Lord Horatio Kitchener (a la derecha) y el General Jospeh Joffre, Comandante en Jefe del Ejército Francés.
 
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Publicado por en 30 octubre, 2015 en 1915

 

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Así evitó Italia «in extremis» que España entrara en la Primera Guerra Mundial


ABC.es

  • La reconstrucción de la Armada tras el desastre del 98 corrió a cargo de tecnología británica que, a cambio, exigió a España su apoyo en un posible conflicto con Alemania. Solo la inesperada neutralidad de Italia evitó que nuestro país entrara de inicio en la contienda.
Soldados canadienses en la Segunda Batalla de Passchendaele (1917), en un autocromo registrado en color real - ABC

Soldados canadienses en la Segunda Batalla de Passchendaele (1917), en un autocromo registrado en color real – ABC

En el centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial, a pesar del bombardeo bibliográfico, muchos detalles han quedado en segundo plano. ¿Cómo de cerca estuvo España de involucrarse en el conflicto?¿De parte de qué bando lo hubiera hecho? Más allá de la opinión generalizada: España estaba comprometida con Inglaterra y Francia a que, cuando Italia entrará en la guerra, uniría en ese mismo instante su flota a las potencias aliadas. Solo la indecisión de Italia evitó que nuestro país se sumergiera en un conflicto que dejó tras de sí alrededor de 20 millones de muertos.

De las cenizas del desastre de 1898, la Armada española trató de resurgir con el llamado proyecto Ferrándiz –en referencia al ministro de la marina que lo impulsó– que planeaba la modernización de los pocos buques, totalmente obsoletos, supervivientes del combate contra EE.UU. y la construcción de nuevos acorazados. Nadie dudaba de la necesidad de modernidad la Armada puesto que España seguía viviendo rodeada de mares, pero muchos cuestionaban que nuestro país contara con la tecnología y la industria requeridas para acometer un plan tan ambicioso. «¡Que inventen otros!», la famosa afirmación de Miguel de Unamuno, sirve de síntesis sobre falta de fe en la ciencia española que se respiraba en esos años. Si Alfonso XIII quería modernizar la Armada iba a necesitar de la ayuda de alguna potencia puntera.

No obstante, tras el desastre de Cuba lo que menos tenía España era apoyos internacionales y, en un tiempo donde «el derecho era la fuerza», se temía que otra potencia aprovechara la debilidad española para conquistar Canarias, Baleares, Ceuta, Melilla o alguna de las posesiones africanas. De hecho, existen pruebas de que Estados Unidos trató de convencer a las potencias europeas para apropiarse de Canarias y repartirse el resto de las posesiones españolas. Afortunadamente para nuestro país, las rivalidades entre naciones hicieron imposible ponerse de acuerdo: el contexto de tensión previo a la Primera Guerra Mundial jugó a favor de España.

Gran Bretaña al rescate de la Armada

Antes de poder sacar provecho a esta situación y conseguir la tecnología para reconstruir la Armada, la Monarquía de Alfonso XIII debía hacer frente a dos obstáculos: la quiebra económica del estado y el aislamiento internacional de España. Las medidas de austeridad y recorte del gasto público impulsadas por Miguel de Villanueva –ministro de Hacienda– dieron sus frutos y permitieron disminuir la enorme deuda que había dejado la Guerra de Cuba. Pero salir del aislamiento político era una tarea más complicada pues España no tenía mucho que aportar y sí mucho que pedir.

La cooperación militar entre España y Gran Bretaña, con el objetivo de dotar a nuestra Armada de elementos disuasorios contra los germanos se plasmó en 1907

En 1904, la alianza entre Gran Bretaña y Francia, dos enemigos históricos, para hacer frente al aumento de poder del Imperio alemán dieron la oportunidad a España de ganar peso internacional. Después de repartirse la mayor parte de Marruecos, Gran Bretaña y Francia cedieron a España el norte del país, a excepción de Tánger que se convirtió en un puerto internacional. Por supuesto, Alemania denunció el reparto y forzó la celebración de una conferencia en Algeciras, en 1906, donde los españoles ejercieron de anfitriones y se alinearon definivamente con la «Entente».

La cooperación militar entre España y Gran Bretaña, con el objetivo de dotar a nuestra Armada de elementos disuasorios contra las ambiciones germanas, se plasmó en 1907 con la visita a Cartagena del Rey Eduardo VII. Los británicos sabían que de estallar un conflicto internacional «la Royal Navy» no podría alejarse mucho del Canal de la Manchay del Mar del Norte, pues allí concentraría la flota alemana sus ataques, y Francia sería incapaz de enfrentarse en solitario con Italia y Austrio-Hungría. Devolver a la vida la escuadra española se antojaba una inversión necesaria para los intereses de la «Entente» en el Mediterráneo.

Como el historiador Agustín Ramón Rodríguez González explica en su libro «Jaime Janer Robinson: Ciencia y Técnica para la reconstrucción de la Armada» (Navalmil Ediciones), «los gobiernos británicos no tuvieron el menor reparo en transferir tecnología, desde diseños y personal especializado, hasta materiales que no se fabricaban en España, para que nuestro país se lanzara a construir acorazados «dreadnoughts«», los más punteros de Europa. Así, con solo tres de estos buques modernos y otros siete barcos desfasados España pasó de ser una irrelevancia naval a ser una potencia estimable en el Mediterráneo.

A cambio, Alfonso XIII se comprometía a intervenir a favor de Francia y Gran Bretaña llegado el caso de estallar una guerra contra Alemania y sus aliados, entre otros, el Imperio Austro-Húngaro e Italia con amplia presencia militar en el Mare Nostrum. La preocupación del Estado Mayor francés era que no fueran capaces de trasladar a tiempo el XIX Cuerpo de Ejército, donde estaban sus tropas de élite y la Legión Extranjera, desde Argelia y Túnez hasta el corazón de Europa. En el caso de que la flota combinada de España y Francia no pudieran derrotar a la de Italia y Austria, los franceses se planteaban incluso desembarcar las tropas directamente en un puerto español de la zona de Levante.

50.000 españoles para atacar Italia

Las previsiones británicas iban todavía más allá sobre lo que esperaban del compromiso español. Aunque nunca se llegó a concretar, se barajó constituir una fuerza expedicionaria anfibia de unos 50.000 españoles para amenazar el litoral italiano y sus islas colindantes. De hecho, el Gobierno español ofreció 100.000 soldados para la defensa de la frontera francesa con Italia que no se materializó solo debido a las reticencias del Estado Mayor francés y de su jefe Joseph Joffre.

Así y todo, cuando parecía inevitable que España tomara parte por sus aliados de la «Entende» y a los que les debía la reconstrucción de su armada, Italia rompió en el último momento con el guión previsto. Argumentando que, en contra de los términos pactados, Austria había sido la agresora se negó a unirse al bando que había lanzado el primer disparo. En agosto de 1914, los italianos no hicieron honor a sus compromisos firmados con Alemania y permanecieron neutrales. Sin la esperada ayuda de los italianos, la flota austriaca nada pudo hacer para evitar el traslado de tropas francesas desde África.

Una vez superada esta fase del conflicto –que terminó por convertir Europa en una inmensa red de trincheras y barro– España perdió su importancia estratégica y se vio libre de sus obligaciones,lo que le permitió declararse neutral. Curiosamente, Italia sí terminó por entrar en la guerra un año después, pero lo hizo en el bando de la Triple Entente, formada por el Reino Unido, Francia y el Imperio ruso.

Los esfuerzos fueron dirigidos a convencer a la sociedad civil de la necesidad de intervenir a través de una prensa que se vendió al bando más generoso

El 7 de agosto de 1914, la Gaceta de Madrid publicaba un real decreto por el que el gobierno del conservador Eduardo Dato se creía en el «deber de ordenar la más estricta neutralidad a los súbditos españoles con arreglo a las leyes vigentes y a los principios del Derecho Público Internacional». Durante el resto del conflicto, no hubo mucho empeño en implicar a España en la guerra porque, básicamente, a la mayoría de líderes europeos le bastaba con que se mantuviera neutral.

Nuestro país ya no tenía mucho que aportar y, lejos de ofrecer prebendas o beneficios a los líderes españoles para ingresar en la guerra, los esfuerzos fueron dirigidos a convencer a la sociedad civil de la necesidad de intervenir a través de una prensa que, en ocasiones, se vendió al bando más generoso. No en vano, según varios documentos históricos, Alfonso XIII siguió convencido en todo momento de que lo más provechoso era entrar en la guerra en apoyo de sus viejos aliados.

 

 
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Publicado por en 29 octubre, 2015 en Noticias relacionadas

 

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28 – 29 de Octubre de 1915 – Cambio de Gobierno en Francia


Cambio de Gobierno en Francia

El inestable sistema político establecido por la constitución de la Tercera República llevó a la formación de innumerables gobiernos de coalición de corta duración, debido a la presencia de una gran cantidad de partidos políticos con representantes en la Asamblea Nacional, desde su misma creación durante la dolorosa derrota en la Guerra Franco-Prusiana de 1870-1871 hasta inicios del siglo XX.

El 13 de Junio de 1914, ante el fracaso del republicano de izquierda Alexandre Ribot de formar gobierno durante tres días, luego de la renuncia del centrista Gastón Doumergue, el Presidente Raymond Poincaré decidió nombrar como Presidente del Concejo de Ministros (equivalente al cargo de Primer Ministro) a René Viviani, un veterano político del Partido Republicano Socialista de centroizquierda, que en sus años mozos había compartido militancia con el célebre Jean Jaures, con quien compartía el pacifismo internacionalista, siendo junto a él y a Aristide Briand uno los fundadores del periódico L’Humanité (La Humanidad). Resulto electo, luego que lograse un voto de confianza de 370 sobre 137 diputados.

El gabinete estaba conformado por miembros del Partido Republicano Socialista, Radical Socialista, Republicano Democrático y Radical además de algunos independientes de centro-izquierda. Los primeros desafío que debió hacer frente el nuevo gobierno, fueron el mantenimiento de la ley que requiere tres años de servicio en el ejército y la provisión de un préstamo de 1,800,000,000 de francos ($ 360 millones) para los preparativos militares, logrando la aprobación luego de arduas semanas de discusión.

Con el Atentado de Sarajevo del 28 de Junio de 1914 y la posterior llamada “Crisis de Julio”, el papel de Viviani se redujo a la mínima expresión y quedo supeditado al poder de decisión del Presidente Poincaré. Con la declaración de guerra por parte de Austria-Hungría a Serbia, el Ministro de Guerra, Adolphe Messimy decretó la movilización de las fuerzas armadas. En la noche del 31 de Julio, cuando la guerra era inevitable, su antiguo camarada Jaures fue asesinado mientras cenaba en el Café du Croissant, por Raoul Villain, un nacionalista desequilibrado mentalmente.

Finalmente el 03 de Agosto de ese año, luego de haber recibido la declaración de guerra por parte del Imperio Alemán, Viviani se dirigió al pleno de la Asamblea Nacional en un memorable discurso haciendo un llamamiento al patriotismo.
A medida que los combates se agudizaban, y el ejército alemán avanzaba por Bélgica y el Norte de Francia, Viviani decidió reorganizar el 26 de Agosto a su gabinete, convocando a un gobierno de Unión Nacional, designando como Ministro de Asuntos Extranjeros al independiente Théophile Delcassé, al representante del Partido Socialista Republicano Alexandre Millerand, como Ministro de Guerra, al independiente de izquierda Robot como Ministro de Finanzas, a los Radical Socialistas Louis Malvy en Interior y Aristde Briand en Justicia, al Radical Albert Sarraut en Instrucción Pública, y a los miembros de la Section française de l’Internationale ouvrière (Sección Francesa de la Internacional Obrera) Marcel Sembat en Trabajo y Jules Guesde como Ministro sin Cartera.

El 02 de Septiembre, a pocos días de entrar en funciones, Viviani y sus ministros, junto al Presidente Poincaré y demás miembros de la Asamblea Nacional huyeron de París para refugiarse en Bordeaux ante el avance de las fuerzas alemanas, sin embargo el llamado “Milagro del Marne” salvo a la capital de la nación, y el 10 de Diciembre todos retornaron.

En el otoño de 1915, ante el fracaso de la ofensiva lanzada por el Comandante en Jefe del Ejército el General Joseph Joffre y el fracaso por evitar que el Reino de Bulgaria se sumase a las Potencias Centrales, produjeron una crisis en el Gobierno, con la renuncia del Ministro Delcassé, que fue reemplazado por el mismo Viviani de manera provisoria. A pesar que logró sortear una moción de censura por 372 a 9, el importante número de abstenciones condenó a su gobierno. Más aún, cuando el Presidente Poincaré le ofreció al General Joseph Gallieni, Gobernador Militar de París y uno de los principales artífices de la victoria en el Marne, el Ministerio de Guerra en reemplazo de Millerand y si bien aceptó, no lo haría con Viviani como Presidente del Consejo.

Ante esto, en la tarde del 28 de Octubre de 1915, renuncio, y su colega de partido Briand formó el 29 de Octubre, un nuevo gobierno, con ministros de varios partidos, que a los de centro-izquierda del anterior gabinete, sumó independientes de centro derecha, como el de Agricultura, Jules Méline. Además del General Gallieni, el almirante Lucien Lacaze se hizo cargo del Ministerio de Marina, lo cual era inusual en la política francesa que militares en actividad asumieron puestos gubernamentales claves.

El cambio de gobierno apuntaba a sumar a todos los sectores políticos de Francia en un momento sumamente difícil para la Nación que además de la guerra comenzaba a tener problemas de tipo sociales y económicos.

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Imagen de los miembros del 2º Gabinete de René Viviani (En la segunda fila de arriba-abajo al centro) formado el 26 de Agosto de 1914.
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Portada del periódico francés Les Hommes du Jour anunciando el nuevo gobierno, con una foto del Presidente de Concejo de mInistros Aristide Briand.
 
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Publicado por en 28 octubre, 2015 en 1915

 

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27 de Octubre de 1915 – Nuevos sabotajes alemanes en Estados Unidos


Nuevos sabotajes alemanes en Estados Unidos

Desde el inicio de la guerra en Agosto de 1914, si bien el presidente de los Estados Unidos el demócrata Woodrow Wilson proclamo la neutralidad, la mayoría de los ciudadanos estadounidenses sentían una cierta simpatía por las potencias de la Entente Cordiale. En sendos reportajes el popular expresidente Theodore Roosevelt clamaba por que la nación declarase la guerra a las Potencias Centrales en defensa de la libertad del mundo.

Desde un principio de los combates, la mayor parte de la población estadounidense tenía simpatías por la causa de la Entente Cordiale, sobretodo luego de informarse sobre las atrocidades, a veces magnificadas por la prensa, sobretodo británica, cometidas durante la invasión a Bélgica y el norte de Francia.

De manera cotidiana los medios de comunicación durante fines de 1914 e inicios de 1915, tanto nacionales como internacionales, informaban sobre el descubrimiento de actos de sabotaje y espionaje por parte de agentes alemanes, protegidos por la embajada, que estaba a cargo del Conde Johann von Bernstorff.

Sin dudas el punto de inflexión fue el hundimiento el 07 de Mayo de 1915 sin previo aviso por parte del U-20, del trasatlántico británico RMS Lusitania, en las inmediaciones de la costa de Irlanda, que cubría la ruta New York-Liverpool, pereciendo cerca de 1200 personas, entre ellas varios estadounidenses, por lo que la reacción fue inmediata por parte de los ciudadanos que atacaron sedes de compañías alemanas o hasta simple negocios familiares de inmigrantes o descendientes de esa nacionalidad.

El gobierno del Presidente Wilson reaccionó pidiendo explicaciones al Conde von Bernstorff y enviando una dura carta a Berlín, sin embargo no estaba en sus intenciones romper hostilidades como varios políticos lo deseaban. Con el hundimiento del SS Arabic, las protestas diplomáticas aumentaron, por lo que finalmente el Gobierno Alemán, ordenó a la Armada cesar todo ataque de los U-Boats a naves mercantes o de pasajeros de bandera neutral sin previo aviso.

A pesar de la distensión, las acciones de sabotaje y espionaje en suelo estadounidense continuaban siendo muchas veces magnificados por los medios de prensa aliados. Uno de los más resonantes fue el llamado Dumbas Affair a principios de Septiembre de 1915, en el cual el embajador austro-húngaro Doctor Konstantin Dumbas envío una carta a sus superiores presentan un plan para sabotear las industrias metalúrgicas y puertos que eran utilizados para enviar pertrechos a Gran Bretaña y Francia.

El recientemente designado Secretario de Estado Robert Lasing exigió al Gobierno de Viena la destitución del diplomático, que finalmente abandono el país el 05 de Octubre, siendo reemplazado por el Encargado de Negocios Barón Erich Zwiedinek von Südenhorst. Junto con el Dr. Dumbas, abandono el país el empresario alemán Bernhard Dernburg quien hacia lobby a favor de los intereses de las Potencias Centrales ante los medios de prensa, políticos, financieros e industriales.

Pese a estos contratiempos, las actividades de sabotaje y espionaje continuaban, y el 27 de Octubre de 1915, el corresponsal del periódico británico Daily Telegraph, informaba sobre el descubrimiento de un complot, gracias a las confesiones de tres prisioneros, por el cual se sabotearían varios objetivos, tanto en Estados Unidos como en Canadá, siendo principalmente líneas ferroviarias, fábricas e instalaciones portuarias. Agregaba el periodista, que la policía y los jueces estaban actuando ante la grave situación.

Si bienes cierto que los medios de comunicación de las naciones aliadas, magnificaban las acciones de agentes de las Potencias Centrales para convencer a los ciudadanos estadounidenses de presionar al gobierno para entrar en la guerra, la presencia de saboteadores y espías era un peligro para la seguridad del país.

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Crónica del diario británico Daily Telegraph sobre el descubrimiento de un complot de agentes alemanes en tierras estadounidenses.
 
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Publicado por en 27 octubre, 2015 en 1915

 

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26 de Octubre de 1915 – El Rey George V visita las tropas en Francia


El Rey George V visita las tropas en Francia

Desde el inicio de la guerra en Agosto de 1914, el Rey George V de Gran Bretaña, se preocupo honestamente por el estado de las tropas en el frente de batalla, su popularidad sin dudas servía para elevar la moral en las duras condiciones de combate. Su simpleza y bondad era reconocida tanto por civiles como militares.

Sus gestos eran imitados por los demás miembros de la familia real, dado que varias veces el Príncipe Edward de Galés, heredero al trono, realizaba visitas de inspección en las trincheras de Francia donde era bien recibidos por los soldados y oficiales. Además intentaba mostrar que la Corte en tiempos de guerra se adaptaba a las necesidades de sus conciudadanos, cumpliendo las disposiciones emanadas del Gobierno y el Parlamento, como la no ingesta de alcohol, que llevó al monarca a vaciar las bodegas de sus palacios.

El 26 de Octubre de 1915, desembarco de incógnito con un importante séquito de ayudantes de campo en el puerto francés de Havre, siendo recibido por el Gobernador Militar Vicealmirante Joseph Biard, el Prefecto Maurice Benoist y el Alcalde Mayor Jean Morgaud. Esa misma mañana realizó una recorrida por los campos cercanos, en compañía del General Joseph John Asser comandante en jefe del campamento, poniendo especial atención el que rodeaba a la ciudad de Harfleur conquistada hacia ya 500 años por el Rey británico Henry V.

Según los corresponsales de la época, en horas de la tarde se retiro a sus aposentos para organizar junto con sus ayudantes la reunión que tendría al siguiente día, con el Presidente francés Raymond Poincaré, para luego dirigirse directamente al frente para recorrer las trincheras ocupadas por sus tropas.
Si bien no era la primera vez que lo hacia, los soldados esperaban con ansias la presencia de su Majestad dado que además del respeto que le consideraban, representaba, a pesar de su acotado poder, al mismo Imperio por el cual luchaban.

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Crónica del corresponsal en Francia del periódico londinense Daily Telegraph sobre la visita del Rey George V a sus tropas en el frente.
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El monarca (a la izquierda de barbara) junto a sus ayudantes de campo y oficiales en una recorrida por los alrededores del Puerto francés de Havre.
 
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Publicado por en 26 octubre, 2015 en 1915

 

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24 de Octubre de 1915 – Inicio de la correspondencia Hussein-McMahon


Inicio de la correspondencia Hussein-McMahon

Desde hacia varios siglos, el Imperio Otomano, había tomado posición de gran parte de la Península Arábiga, habitada por varias tribus muchas veces enfrentadas entre sí, que solo tenían como factor de unidad la fe musulmana representada en las ciudades sagradas de Medina y La Meca.

Sin embargo desde principios del siglo XIX, comenzó a desarrollarse una corriente nacionalista árabe, aunque generalmente de carácter moderada y reformista, dado que las principales demandas se basaban en un mayor pedido de autonomía, el uso del árabe en la educación, y cambios en el servicio militar obligatorio en tiempo de paz para que los reclutas árabes se les permitiera servir en sus tierras natales.

La revolución de los llamados “Jóvenes Turcos” en 1908, permitió el restablecimiento de un sistema parlamentario en el cual pudieron participar representantes de todas las nacionalidades, siendo los árabes el segundo grupo de importancia, por detrás de los turcos. Si bien en un principio las minorías creían que podrían tener más beneficios, con el correr de los años, los “Jóvenes Turcos” impusieron normas más centralistas y dieron impulso al “nacionalismo otomano”.

En 1909, un intento de golpe de estado de los sectores más conservadores y religiosos, quie contó con el apoyo de los principales dirigentes árabes, fracaso, por lo que los triunfantes Jóvenes Turcos, derrocaron al Sultán Abdul Hamid II y lo reemplazaron por su hermano Mehmet V, un mero títere.

En 1913, se reunió en París, el llamado Primer Congreso Árabe, en el cual un grupo de intelectuales y profesionales volvieron a reclamar una mayor autonomía dentro del Imperio, y que el servicio militar en tiempos de paz no fuese obligado a realizar en otras regiones. Sin embargo, por el contrario, ese mismo año, un nuevo golpe militar llevó a que el poder quedase concentrado en los líderes de los “Jóvenes Turcos”, principalmente en la figura del Ministro de Guerra Ismail Enver Pasha, por lo que aumentó la política de corte nacionalista y de represión hacia las minorías.

Si bien, el gobierno otomano declaro la neutralidad cuando estalló la guerra en Agosto de 1914, Enver Pasha, decretó la movilización de las tropas, por lo que los reclutas de todas las minorías debieron presentarse al servicio activo. Finalmente en Noviembre de 1914, el Imperio Otomano entró en guerra aliado a las Potencias Centrales, además Shaykh al-Islam Ürgüplü Hayri, la más alta autoridad religiosa de Constantinopla declaró la Jihad (Guerra Santa) contra los enemigos del Islam, o sea las naciones de la Entente Cordiale, con el objetivo de ganarse el apoyo no solo de los súbditos musulmanes, sino de aquellos que se encontraban dentro de las fronteras de las naciones enemigas.

Esta situación alertó de sobremanera al Imperio Británico, que con el ingreso de los otomanos a la guerra veía peligrar el libre abastecimiento de petróleo de los pozos petroleros de Persia, además de contar dentro de sus fronteras con millones de súbditos musulmanes que podían ser permeables a la proclamación de la Jihad.

Es por ello que el Gobierno en Londres comenzó a buscar alternativas para incentivar revueltas en el territorio otomano, siendo elegida la Península Arábiga, por lo que el Ministro de Relaciones Exteriores Sir Edward Grey, le encomendó la tarea al Alto Comisionado para el Protectorado de Egipto, el diplomático y Teniente Coronel Sir Henry McMahon, quien en base a consejos de sus asesores, decidió responder el 24 de octubre de 1915, una carta enviada con anterioridad por el Sherif y Emir de la Meca Hussein ibn Ali al-Hashimi, principal autoridad política y religiosa de todo el territorio arábigo, dado que tenía bajo su custodia las ciudades santas de Median y la Meca. Si bien nominalmente estaba bajo el poder del Sultán, gozaba de una importante autonomía, que le permitía entre otras cosas contar con un ejército comandado por su hijo, el Príncipe Faisal y estaba deseoso de lograr la independencia.

La carta expresaba:

October 24, 1915.

I have received your letter of the 29th Shawal, 1333, with much pleasure and your expression of friendliness and sincerity have given me the greatest satisfaction. I regret that you should have received from my last letter the impression that I regarded the question of limits and boundaries with coldness and hesitation; such was not the case, but it appeared to me that the time had not yet come when that question could be discussed in a conclusive manner.

I have realised, however, from your last letter that you regard this question as one of vital and urgent importance. I have, therefore, lost no time in informing the Government of Great Britain of the contents of your letter, and it is with great pleasure that I communicate to you on their behalf the following statement, which I am confident you will receive with satisfaction. The two districts of Mersina and Alexandretta and portions of Syria lying to the west of the districts of Damascus, Homs, Hama.and Aleppo cannot be said to be purely Arab, and should be excluded from the limits demanded. With the above modification, and without prejudice to our existing treaties with Arab chiefs, we accept those limits. As for those regions lying within those frontiers wherein Great Britain is free to act without detriment to the interests of her ally, France, I am empowered in the name of the Government of Great Britain to give the following assurances and make the following assurances and make the following reply to your letter: Subject to the above modifications, Great Britain is prepared to recognise and support the independence of the Arabs in all the regions within the limits demanded by the Sherif of Mecca. Great Britain will guarantee the Holy Places against all external aggression and will recognise their inviolability. When the situation admits, Great Britain will give to the Arabs her advice and will assist them to establish what may appear to be the most suitable forms of government those various territories. On the other hand, it is understood that the Arabs have decided to seek the advice and guidance of Great Britain only, and that such European advisers and officials as may be required for the formation of a sound form of administration will be British. With regard to the vilayets of Bagdad and Basra, the Arabs will recognise that the established position and interests of Great Britain necessitate special administrative arrangements in order to secure these territories from foreign aggression to promote the welfare of the local populations and to safeguard our mutual economic interests. I am convinced that this declaration will assure you beyond all possible doubt of the sympathy of Great Britain towards the aspirations of her friends the Arabs and will result in a firm and lasting alliance, the immediate results of which will be the expulsion of the Turks from the Arab countries and the freeing of the Arab peoples from the Turkish yoke, which for so many years has pressed heavily upon them. I have confined myself in this letter to the more vital and important questions, and if there are any other matters dealt with in your letters which I have omitted to mention, we may discuss them at some convenient date in the future. It was with very great relief and satisfaction that I heard of the safe arrival of the Holy Carpet and the accompanying offerings which, thanks to the clearness of your directions and the excellence of your arrangements, were landed without trouble or mishap in spite of the dangers and difficulties occasioned by the present sad war. May God soon bring a lasting peace and freedom of all peoples. I am sending this letter by the hand of your trusted and excellent messenger, Sheikh Mohammed ibn Arif ibn Uraifan, and he will inform you of the various matters of interest, but of less vital importance, which I have not mentioned in this letter.

Sir Henry McMahon


 

24 de octubre 1915.

He recibido su carta del 29 de Shawal, 1333, con mucho placer y su expresión de amabilidad y sinceridad me han dado la mayor satisfacción. Lamento que usted debería haber recibido de mi última carta la impresión de que yo consideraba la cuestión de límites y fronteras con frialdad y vacilaciones; tal no era el caso, pero me pareció que el tiempo aún no había llegado cuando esa pregunta podría ser discutida de manera concluyente.

Me he dado cuenta, sin embargo, desde su última carta que usted considera esta cuestión como de importancia vital y urgente. Por tanto, no perdí tiempo en informar al Gobierno de Gran Bretaña del contenido de su carta, y es con gran placer que le comunico a usted en su nombre, la siguiente declaración, que estoy seguro de que recibirá con satisfacción. Los dos distritos de Mersina y Alejandreta y partes de Siria se extienden al oeste de los distritos de Damasco, Homs, Alepo y Hama no se puede decir que sean puramente árabes, y debe ser excluido de los límites exigidos. Con la modificación anterior, y sin perjuicio de los tratados existentes con los jefes árabes, aceptamos esos límites. En cuanto a las regiones situadas dentro de esas fronteras en el que Gran Bretaña es libre de actuar sin detrimento de los intereses de su aliado, Francia, estoy autorizado en nombre del Gobierno de Gran Bretaña para dar las siguientes garantías y realizar la siguiente respuesta a su carta: Sin perjuicio de las modificaciones anteriores, Gran Bretaña está dispuesta a reconocer y apoyar la independencia de los árabes en todas las regiones dentro de los límites exigidos por el Sherif de La Meca. Gran Bretaña garantizará los Lugares Santos contra toda agresión externa y reconocerá su inviolabilidad. Cuando la situación se admite, Gran Bretaña dará a los árabes su consejo y les ayudará a establecer lo que puede parecer ser las formas más adecuadas de gobierno los diversos territorios. Por otro lado, se entiende que los árabes han decidido buscar el asesoramiento de Gran Bretaña solamente, y que los asesores y funcionarios europeos que pueden ser necesarios para la formación de una forma racional de la administración serán británicos. Con respecto a los “vilayets” de Bagdad y Basora, los árabes reconocerán que la posición y los intereses establecidos de Gran Bretaña exigen disposiciones administrativas especiales con el fin de asegurar estos territorios a partir de la agresión extranjera para promover el bienestar de las poblaciones locales y salvaguardar nuestra mutua económica intereses. Estoy convencido de que esta declaración le asegurará más allá de toda duda posible de la simpatía de Gran Bretaña hacia las aspiraciones de sus amigos los árabes y se traducirá en una alianza firme y duradera, los resultados inmediatos de los cuales serán la expulsión y la liberación de los pueblos árabes del yugo turco, que durante tantos años ha presionado fuertemente sobre ellos. Me he limitado a mí mismo en esta carta a las cuestiones más vitales e importantes, y si hay otros asuntos tratados en sus cartas que he omitido mencionar, podemos hablar de ellos en una fecha conveniente en el futuro. Fue con gran alivio y satisfacción que me enteré de la llegada a buen puerto de la Sagrada alfombra y las ofrendas de acompañamiento que, gracias a la claridad de sus instrucciones y la excelencia de sus arreglos, se desembarcó sin problemas ni contratiempos, a pesar de los peligros y las dificultades ocasionadas por triste presente de guerra. Que Dios pronto traerá una paz duradera y la libertad de todos los pueblos. Estoy enviando esta carta de la mano de su mensajero de confianza, el jeque Mohammed Ibn Arif Ibn Uraifan, y os informaremos de las distintas materias de interés, pero de menor importancia, que no he mencionado en esta carta.

Sir Henry McMahon

La misiva enviada por el diplomático al líder religioso expresaba el deseo del Imperio Británico de incentivar una revuelta árabe a gran escala a cambio de la promesa de independencia, para desviar la atención del Imperio Otomano y sus aliados de las Potencias Centrales.

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Copia de un Fragmento de la Carta enviada por Sir Henry McMahon, Somisionado Británico en el Protectorado de Egipto al Sherif y Emir de la Meca Hussein ibn Ali al-Hashimi.
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Sir Henry McMahon.
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  Sherif y Emir Hussein ibn Ali al-Hashimi.
 
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Publicado por en 24 octubre, 2015 en 1915

 

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23 de Octubre de 1915 – El reclutamiento y la arenga del Rey George V


El reclutamiento y la arenga del Rey George V

En Agosto de 1914, mientras la BEF- British Expeditionary Force (Fuerza Expedicionaria Británica) compuesta por soldados profesionales del Territorial Army (Ejército Territorial), compuesto por veteranos de las diversas guerras coloniales de fines del siglo XIX, se embarcaba rumbo a Francia, miles de entusiastas voluntarios se presentaban en las oficinas de reclutamiento.

El recientemente designado Ministro de Guerra, el Mariscal de Campo Lord Horatio Kitchener impulso la formación de un nuevo ejército en base al reclutamiento de voluntarios, negándose a implementar un servicio obligatorio que imperaba tanto en el Imperio Alemán, como en el Ruso, estaba convencido en que el entusiasmo sería piedra fundamental para crear unidades militares. En los primeros tiempos, los hechos le dieron la razón, dado que gracias a una efectiva campaña propagandística los reclutas se contaban de a miles.

Sin embargo, a medida que los combates ganaban en intensidad, y que lejana quedaba la promesa de volver a casa en poco tiempo, los voluntarios comenzaron a mermar, ante esta situación, varios parlamentarios en la House of Commons (Cámara de los Comunes) comenzaban a proponer como solución la incorporación de un sistema de reclutamiento obligatorio, sin embargo era rechazado de manera sistemática por Lord Kitchener.
Para incentivar las campañas de reclutamiento, los miembros del Partido Laborista que defendían la participación de la nación en la guerra, se enfocaron en campañas en los sectores obreros donde tenían una importante preeminencia, logrando cierto éxito.

Por su parte, a pesar que por el sistema político su papel era menos categórico que el de sus dos primos, Nicolás II y Guillermo II, el Rey George V, representaba a los ojos de los súbditos el símbolo del poderío imperial, por lo que su presencia era muy apreciada, tanto por sus hombres en el frente, como por sus súbditos civiles. Sus simples modos de vida eran apreciados por todos.

Al igual que su gobierno, comenzaba a preocuparse por la merma de voluntarios, por lo que el 23 de Octubre de 1915, emitió una proclama en la que apelaba a sus ciudadanos a enlistarse.

Sus principales palabras fueron:

“More men and yet more men are wanted for a Victory and enduring Peace”

(«Más hombres y aún más hombres se requieren para una Victoria y Paz Duradera).

Sin dudas, el Rey era consciente de su posición dentro del Imperio, por lo que estaba ansioso por colaborar al igual que su familia en el esfuerzo bélico del Imperio.

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Proclama del del Rey George V publicada por el periódico londinense Daily Telegraph
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George V pasa revista a tropas de voluntarios antes que zarpen hacia el frente.
 
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Publicado por en 23 octubre, 2015 en 1915

 

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22 de Octubre de 1915 – Los medios de prensa y el “asesinato” de Edith Cavell


Los medios de prensa y el “asesinato” de Edith Cavell

El fusilamiento de la enfermera británica Edith Cavell por parte de las autoridades alemanas en la ocupada Bélgica, despertó una ola de indignación no solo en Gran Bretaña, sino también en las demás naciones aliadas y sobretodo en las neutrales.

Si bien hasta las mismas autoridades aliadas coincidían en que la ejecución se había en marcado dentro de las leyes militares internacionales dictaminada en la Convención de Ginebra de 1909, los medios de prensa al divulgar la noticia, ponían una vez más de manifiesto el “barbarismo alemán”.

El fusilamiento de Cavell, era otra muestra, junto con las atrocidades cometidas en Leuven y Dinant durante la conquista de Bélgica, o los hundimientos por parte de U-Boats de los transatlánticos RMS Lusitania y SS Arabic, de la falta de piedad de los súbditos del Káiser Wilhelm II.

Los medios de prensa, generalmente exageraban estos hechos con fines propagandísticos, los objetivos eran varios, como galvanizar la moral de los ciudadanos civiles, ayudar con el esfuerzo bélico a los soldados en el frente, y sobretodo tratar de influir sobre las poblaciones de las naciones neutrales.

Por ejemplo en una editorial del periódico londinense Daily Telegraph del 22 de Octubre de 1915, además de presentar la ejecución de la enfermera Cavell como un hecho de crueldad sin comparación, expresaba las quejas que había recibido el Káiser por parte del Rey de la neutral España, Alfonso XIII, que había sido informado por el embajador Rodrigo Saavedra y Vinent, 2º Marques de Villalobar, uno de los principales promotores, junto con miembros de la embajada de los Estados Unidos, para evitar la ejecución.

La decisión llevada a cabo por las autoridades alemanas tuvo la clara intención de amedrentar a la población civil, sin embargo su efecto fue contraproducente, dado que aumentaba el rechazo del país frente a la opinión pública de las principales naciones neutrales.

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Editorial del Daily Telegraph sobre las consecuencias de la ejecución de la enfermera Edith Cavell.
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Crónica del New York Times.
 
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Publicado por en 22 octubre, 2015 en 1915

 

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21 de Octubre de 1915 – La oferta británica al Reino de Grecia


La oferta británica al Reino de Grecia

La Isla de Chipre, enclavada en el este del Mar Mediterráneo debido a su posición estratégica, fue codiciada por un sinnúmero de naciones desde la Edad Antigua. Hacia finales del Siglo XV, estuvo bajo el dominio de la República de Venecia, rica nación comerciante que contaba con una importante flota militar y mercante, hasta 1570, cuando los otomanos la conquistaron.

En 1878, en el marco del llamado Congreso de Berlín, que si bien había sido convocado para revisar el Tratado de San Stéfano que había puesto fin a la guerra ruso-otomana de 1877-1878, las principales potencias decidieron acordar una serie de cuestiones territoriales, por lo que el Imperio Británico, principal promotor del encuentro recibió la administración de Chipre.

Desde finales del siglo XIX, se desarrolló entre la comunidad grecochipriota, la mayoritaria en la isla un movimiento, que propugnaba la unión de la Isla con el recientemente independizado Reino de Grecia, quienes incentivaban esta política denominada “enosis” se encontraban:

– Los diplomáticos griegos que buscaban exacerbar los ánimos nacionalistas a través de propaganda, eventos deportivos y el reclutamiento en el ejército de la “madre patria”.
– Maestros griegos que durante su presencia en escuelas secundarias adoctrinaban a la juventud.
– Organizaciones nacionalistas griegas.
– Gran parte de la prensa en Atenas.
– Y principalmente el apoyo del clero ortodoxo grecochipriota

Esta lucha, generalmente pacífica, no solo se concentró contra las autoridades británicas, sino también contra la importante comunidad de origen turco-otomana que habitaba la isla, debido a que en base al Congreso de Berlín, el gobierno de Constantinopla recibía un porcentaje de los impuestos que se cobraban. La situación desemboco en 1912, a duros enfrentamientos intercomunales en la población de Limassol, que pese a la intervención de las autoridades británicas se saldaron con 5 muertos y un centenar de heridos.

El inicio de la guerra en el continente europeo en Julio de 1914, no afectó de manera directa a la región, dado que la mayoría de las naciones habían declarado la neutralidad, sin embargo la situación cambio de manera radical, cuando el 05 de Noviembre de ese mismo año, en solidaridad con sus aliados rusos, Gran Bretaña le declaró la guerra al Imperio Otomano y para reforzar su posición en el Mediterráneo Oriental, decidió anexarse de manera oficial a la Isla de Chipre, otorgándole el estatus de colonia.

A medida que la guerra se expandía en los Balcanes con el ingreso del Reino de Bulgaria, el gobierno británico no escatimaba esfuerzos en lograr la adhesión de otras naciones balcánicas, en especial el Reino de Grecia, si bien habían logrado junto con sus aliados franceses desembarcar tropas a priuncipios de Octubre de 1915, en el Puerto de Salónica para socorrer a los desesperados serbios que eran atacados por alemanes, austro-húngaros y búlgaros al mismo tiempo, el promotor de esta política de acercamiento hacia la Entente, el Primer Ministro liberal, Elefterios Venizelos había sido obligado a renunciar por el Rey Constantino I, germanófilo y partidario de la neutralidad, imponiendo como sucesor al conservador Alexándros Zaimis.

Sin embargo el gobierno británico no cesó en sus esfuerzos, por lo que a mediados de Octubre de 1915, el embajador en Atenas, Sir Francis Elliot le presento al Primer Ministro Zaimis la propuesta de entregarle la soberanía de la Isla de Chipre, a cambio del ingreso del país a la guerra en apoyo a la Entente Cordiale. La propuesta sorprendió al político griego que de inmediato lo puso a consideración del Rey, quien luego de varias deliberaciones decidió que no era conveniente aceptar para no darle pretexto al Imperio Otomano y sus aliados de las Potencias Centrales de romper relaciones exteriores con una posterior declaración de guerra.

Finalmente el 21 de Octubre de 1915, el gobierno griego rechazó formalmente la propuesta del Imperio Británico con el objetivo de mantener la neutralidad en el conflicto que se desarrollaba.

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Crónica del periódico Daily Telegraph enviada por el corresponsal en Atenas, sobre la propuesta del Gobierno Británico de ceder la Isla de Chipre al Reino de Grecia.
 
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Publicado por en 21 octubre, 2015 en 1915

 

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