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El viernes 31 de julio aumentaron los síntomas anunciadores de la guerra europea.
Austriacos y serbios siguieron combatiendo en las orillas del Sava y el Danubio. La prensa vienesa hizo circular, desde el primer momento de las hostilidades, que el ejército austriaco, después de un terrible bombardeo, se había hecho dueño de Belgrado. La noticia era falsa . Los serbios continuaron defendiendo su capital y rechazando todos los ataques de los invasores. Estos bombardeaban Belgrado incesantemente, pero desde la ribera opuesta que sirve de límite al territorio húngaro, valiéndose de los monitores y de las baterías de tierra, pero sin atreverse a asaltar la orilla enemiga.
El Imperio austriaco ordenó la movilización general de sus ejércitos. Bélgica continuaba sus preparativos militares, conociendo ya las intenciones del Imperio alemán. Su rey, Alberto I, decretó la movilización de todo el país, enviando además columnas importantes de tropas para guardar los ríos Mosa y Sambre.
Holanda, aunque no sentía los mismos temores del Estado vecino, procedió también a movilizar su ejército.
Los alemanes en la mañana de esta día ocuparon el puente sobre el Mosela, que sirve de límite entre el ducado independiente de Luxemburgo y el Imperio germánico. El puente fue obstruido con alambradas, detrás de las cuales se levantaron algunas barricadas de carretas. La primera flota inglesa seguía cruzando el mar del Norte en espera de órdenes.
El Reino Unido solicita a Francia y Alemania que garanticen el respeto a la neutralidad belga. Francia lo hace; Alemania ignora la solicitud. Al mediodía se conoce en Alemania la movilización de Rusia, lo que predispone al pueblo alemán contra su vecino oriental. Berlín ordena preparativos militares de inmediato e intima a Francia a permanecer neutral en caso de guerra con Rusia, lo que es rechazado. Tras repetidas advertencias alemanas del inminente ingreso de Rusia en el conflicto, Austria-Hungría ordena la movilización general.
Un fanático asesina en París al líder socialista Jean Jaurès. La Bolsa de Londres debe clausurar sus operaciones a las 10 horas, debido al pánico financiero que comenzó en Nueva York; en Alemania comienza una corrida bancaria y los precios de los alimentos se disparan. Bélgica y los Países Bajos ordenan la movilización general.
Tiempo de Decisiones
Desde la movilización general decretada en la medianoche del 30 de Julio de 1914 por el vacilante Zar Nicolás II, los tiempos comenzaron a acelerarse de manera precipitada. Se percibía que a lo largo del continente las últimas decisiones tendrían lugar.
En la mañana del 31 de Julio de 1914, el Consejo de Ministros del Imperio Austro-Húngaro decidió hacer caso omiso a las recomendaciones de Alemania para aceptar la propuesta del Ministro de Asuntos Exteriores británico Sir Edward Grey, y continuar con las acciones bélicas en contra del Reino de Serbia.
Aproximadamente a la misma hora, un oficial fronterizo en la Prusia Oriental informa que Rusia ha hecho pública la movilización general y ha cerrado todos los puestos fronterizos.
Una ves enterado de la movilización general, el embajador alemán en San Petersburgo, Conde Friedrich von Pourtáles se reunió de inmediato con el Ministro de Asuntos Exteriores Sergey Sazonov, al cual advirtió que Alemania respondería de la misma manera.
En Berlín, el Káiser Wilhelm II noticiado de los movimientos rusos decide autorizar a firmar las órdenes de movilización para que las tropas se alineen en las fronteras con Bélgica y Luxemburgo como paso previo para invadir Francia.
La actividad diplomática aumentará con el correr de las horas, ya que a media mañana, el embajador británico en Berlín Sir Edward Goschen se reuné con el Canciller Theobald von Bethmann Hollweg presentándole una nueva propuesta de Sir Grey para lograr un entendimiento anglo-germano, sin embargo el funcionario alemán no respondió de manera positiva alarmado por la movilización rusa.
Al mismo tiempo, Sir Grey se reunía con el embajador alemán, Príncipe Karl Max von Lichnovsky, al cual le propuso que Gran Bretaña mantendría la neutralidad si Austria-Hungría se decidía a entrar en razones y detener el avance militar sobre Serbia.
Luego de este encuentro Sir Grey participo de una reunión de Gabinete encabezada por el Primer Ministro Herbert Aquisth, en la cual se decidió no asumir un compromiso claro con Francia en caso de conflicto.
Esa misma mañana en París, el embajador alemán Conde Wilhelm von Schoen advirtió vehementemente al Premier René Viviani, que si Rusia no detenía su movilización, el Imperio Alemán se vería obligada a declararle la guerra con la posibilidad de atacar Francia, Viviani sin tener mucha información consulto al embajador en San Petersburgo, Maurice Paléologue, quien le confirmo la información.
En una posterior reunión de gabinete Viviani le deniega la petición del Jefe del Estado Mayor del Ejército General Joseph Joffre de decretar la movilización de las fuerzas armadas.
Como se puede apreciar es innegable que los tiempos de la diplomacia comienzan dar a lugar a los militares.
Telegrama del Embajador británico Sir Edward Goschen a sus superiores en Londres sobre la reunión con el Canciller Theobald von Bethmann Hollweg.
Telegrama del Embajador alemán Príncipe Karl Max von Lichnovsky a sus superiores del Ministerio de Asuntos Exteriores en Berlín.
Preludio al abismo
A pesar de ciertas gestiones diplomáticas por parte de los monarcas de Rusia y Alemania, las potencias europeas comienzan a prepararse para el inevitable conflicto.
En horas del mediodía del 31 de Julio de 1914, el Concejo de Ministros austro-húngaro decide que la movilización general será decretada para el día 4 de Agosto, por lo cual gran parte de la administración, como el control de los ferrocarriles y las comunicaciones pasan a manos del ejército.
A las pocas horas el Canciller alemán Theobaldo von Bethmann Hollweg declara el Estado de Guerra Inminente, lo que permite en caso de ser necesario la declaración de la ley marcial y el cierre de las fronteras, aunque rechaza la pretensión del Jefe del Estado Mayor, General Helmuth von Moltke quien pedía la movilización general y declarar la guerra a Rusia de inmediato.
En las primeras horas de esa misma tarde, el embajador austro-húngaro Conde Frigyes Szapáry von Szapár en San Petersburgo se reunió con el Ministro de Exteriores Sergey Sazonov, si bien el tono fue amable pese al nerviosismo del funcionario ruso, la misma no arrojo ningún tipo de resultados.
A las 3 de la tarde, el embajador aleman ante Francia Conde Wilhelm von Schoen recibe instrucciones para presentar un ultimátum por el cual Francia debía declarase neutral en el plazo de 18 hs, además de desmilitarizar las fortalezas fronterizas, al mismo tiempo el Conde Friedrich von Pourtáles embajador en San Petersburgo recibe vía telegrama un ultimátum para presentar al gobierno ruso con la demanda de frenar la movilización en el plazo de 12 horas.
Al mismo tiempo el Ministro de Relaciones Exteriores Sir Edward Grey le comunicaba al embajador de Francia en Londres Paul Cambon, que Gran Bretaña no estaba en esos momentos preparada para realizar promesas de ayuda a su nación.
El diplomático francés informo de esto a sus superiores en París que a la ves se comunicaron con el Presidente Raymond Poincaré, ante esto el mandatario envió un telegrama directamente al Rey George V, para que tratará de persuadir al gobierno británico para que en caso de peligro de invasión ayudase a su nación.
A pesar de los aprestos bélicos, un nervioso Jefe del Estado Mayor Alemán General Helmuth von Moltke, telegrafío cerca de las 18 horas a sus aliados en Viena, advirtiéndoles que la movilización era inminente al mismo tiempo que les exige que la mayoría del ejército austro-húngaro se concentre en las fronteras con Rusia y no con Serbia, ya que von Molke temía que sus fuerzas tendrían que soportar el embate del ejército ruso en total soledad.
En estas horas turbulentas, la mayor preocupación del Gobierno británico residía en proteger la neutralidad del Reino de Bélgica, es por ello que envió sendos telegramas por intermedio de los embajadores a Berlín y París intimando a los dos gobiernos respetar la posición de no beligerancia del Gobierno belga.
A finales de la tarde, el embajador alemán Conde von Schoen se volvió a reunir con el Primer Ministro francés René Viviani a quien le advirtió que la guerra ruso-germana era inminente,preguntándole enfáticamente cual sería la reacción de su gobierno, el funcionario francés retraso adrede su respuesta.
A esa hora ante una multitud, el Káiser les habla desde uno de los balcones del Palacio Imperial en Berlín donde pide a Dios que proteja al Ejército Alemán a lo que el público responde con una verdadera ovación. En uno de sus fragmentos expreso.
«Er nach Deutschland «wurde gezwungen, das Schwert zu schwingen.»
(A Alemania se le “ha obligado a empuñar la espada”).
Entrada la noche en la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, el Subsecretario Sir Arthur Nicolson le escribe a su superior Sir Grey, expresándole:
“It is useless to shut our eyes to the fact that possibly within the next 24 hours Germany will be moving across the French frontier.”
(«Es inútil cerrar los ojos ante el hecho de que posiblemente dentro de las próximas 24 horas Alemania se moverá a través de la frontera francesa.» ).
Es sin dudas una de las primeras apreciaciones de un inminente conflicto europeo a gran escala por parte de un funcionario británico, que además era partidario de aliarse a Francia y Rusia.
Lo mismo expresa un colega suyo Sir Eyre Crowe, quien cree que es vital participar del conflicto para que Gran Bretaña no pierda su posición de preeminencia no solo a nivel europeo, sino mundial.
Al anochecer de esa ardua jornada, el Ministro de Relaciones Exteriores Francés Jean-Baptiste Bienvenu Martin recibió un telegrama de su colega italiano Marqués Antonio de San Giuliano en el cual expresaba que su país no iba a apoyar a sus aliados Alemania y Austria-Hungría en el marco de un conflicto bélico por los desplantes de Viena.
Sí había algo que faltaba para ensombrecer aún más el ambiente, fue lo que sucedió en horas de la noche cuando un extremista monárquico asesino en un Restaurant al líder socialista francés Jean Jaurés, mientras cenaba con un amigo. El crimen acalló a una de las voces más importantes que aclamaban por la paz.
Sin dudas una sombra comenzaba a recorrer el continente europeo.
Multitud espera por el discurso del Káiser Wilhelm II sobre la movilización alemana.
Representación gráfica del asesinato del líder socialista y pacifista francés, Jean Jaures.
Nicky, Willy y las negociaciones
A primeras horas de la tarde del 31 de Julio de 1914, alarmado por la situación, el embajador alemán en San Petersburgo Conde Friedrich von Pourtáles, le pidió una audiencia al Zar Nicolás II a quien luego de haberlo recibido amablemente le expreso que la reciente movilización general del ejército ruso llevaría a que Alemania respondería de la misma manera.
Ante esto el Zar decidió afirmar los contactos con su primo el Káiser Wilhelm mediante telegramas en inglés, algo que ya venían haciendo desde hacía un par de días.
Los intercambios eran tan amistosos, que se trataban de Nicky y Willy, la intención de los dos monarcas era tratar de lograr una solución pacífica al conflicto entre sus respectivas aliadas. A continuación los mensajes.
Telegrama N° 1. (29 de Julio).
Sa Majesté l’Empereur
Neues Palais
Me alegro de que estés de vuelta. En este momento tan serio, recurro a tu ayuda. Una guerra innoble ha sido declarada a un país débil. La indignación en Rusia, que comparto plenamente, es enorme. Anticipo que pronto me veré agobiado por la presión ejercida sobre mí y me veré forzado a tomar medidas extremas que nos llevarán a la Guerra. Para intentar evitar tal calamidad como lo sería una Guerra europea, te ruego en el nombre de nuestra vieja Amistad que hagas lo posible por detener a tus aliados antes de que lleguen demasiado lejos.
Nicky
Telegrama N° 2. (29 de Julio).
Escucho con gran preocupación la impresión que las acciones de Austria contra Serbia está teniendo tu país.
La agitación sin escrúpulos que durante años se viene observando en Serbia, ha resultado en un crimen indignante, del cual cayó víctima el archiduque Francisco Fernando. El espíritu que llevó a los serbios a asesinar a su propio rey y a su esposa aún domina a ese país.
Sin duda estarás de acuerdo conmigo en que tú y yo, ambos, y el resto de soberanos, tenemos un interés común en insistir en que las personas moralmente responsables de ese crimen cobarde reciban su castigo merecido. En este caso, la política no tiene nada que ver.
Por otra parte, entiendo perfectamente lo difícil que es para ti y tu gobierno enfrentarse al vendaval de la opinión pública. Por ello, basado en la cariñosa amistad que nos ha unido durante tanto tiempo con lazos firmes, estoy ejerciendo toda mi influencia para inducir a los austriacos a negociar para llegar a un entendimiento satisfactorio contigo. Espero y confío en que tú me ayudarás en este esfuerzo para suavizar las dificultades que puedan surgir.
Tu muy sincero y devoto amigo y primo.
Willy
El destino quiso que estos dos mensajes se entrecruzaron casi al mismo tiempo, por lo cual Wilhelm II respondió al Telegrama de Nicolás II.
Telegrama N° 3. (29 de Julio).
Berlín, 29 Julio de 1914.
He recibido tu telegrama y comparto tus deseos de que se mantenga la paz. Pero como te decía en mi primer telegrama, no puedo considerar la acción de Austria como una guerra “innoble”. Austria sabe por experiencia que las promesas serbias en papel no son en absoluto fidedignas. Entiendo que dicha acción debe ser juzgada como un intento de obtener las garantías de que las promesas serbias se conviertan en hechos. Este es mi razonamiento, nacido de la declaración del gabinete austriaco de que no quiere hacer ninguna conquista territorial a costa de Serbia.
Por ello sugiero que sería posible que Rusia se mantuviese como un espectador del conflicto austro-serbio sin involucrar a Europa en la más horrible guerra jamás vista. Creo que un entendimiento entre tu gobierno y el de Viena es posible y aconsejable y, como ya te había dicho, mi gobierno continúa promoviéndolo.
Por supuesto que las medidas militares rusas serían vistas por Austria como la calamidad que ambos deseamos evitar y que pondría en peligro mi posición como mediador que he aceptado a petición tuya por nuestra amistad.
Willy
Telegrama N° 4. (29 de Julio).
Palacio de la Corte de San Pedro, 29 Julio 1914
Muchas gracias por tu telegrama conciliador y amistoso. Por otra parte, el telegrama que tu embajador presentó a mi ministro llevaba un tono diferente. ¡Te ruego me expliques la diferencia! Sería adecuado enviar el problema austro-serbio a la Conferencia de La Haya. Confío en tu saber y Amistad.
Tu querido Nicky
Telegrama N° 5. (30 de Julio).
Berlín, 31. Julio de 1914
Muchas gracias por el telegrama. Es natural que el tono de mi embajador fuese contradictorio con el tenor del mío. El Conde Pourtalès fue instruido a llamar la atención de tu gobierno al peligro y las graves consecuencias de una movilización. Austria solo se ha movilizado contra Serbia y solo parte de su ejército. Si, como es el caso, de acuerdo con la información que recibo de ti y tu gobierno, Rusia se moviliza en contra de Austria, mi rol como mediador que tú amablemente has depositado en mí y que yo acepté como un ruego personal tuyo, estará en peligro, si no arruinado. Todo el peso de la decisión descansa ahora en tus hombros, y tendrán que cargar con la responsabilidad de Paz o Guerra.
Willy
A pesar del tono amistoso con la cual se desarrollo el intercambio, queda patente en los últimos telegramas de Willy la intención de responsabilizar a su querido primo Nicky por el posible desarrollo del conflicto bélico. En realidad el Káiser Wilhelm II, al mismo tiempo que se mostraba ante Nicolás II como partidario de la paz, firmaba los decretos que ordenaban una futura movilización del ejército.