Irlanda. Extensión de la Ley Marcial
El 18 de Mayo de 1916, el Primer Ministro británico Herberth Asquith quien se encontraba de visita conformó en el Castillo de Dublín, tradicional sede del Gobierno el Privy Council of Ireland (Consejo Privado de Irlanda), órgano consultivo, aunque esta vez la mayoría de sus miembros no era irlandeses.
Esta medida fue un intento por demostrar a la población que el orden y la ley habían sido nuevamente restaurados luego de haber aplastado al llamado “Alzamiento de Pascuas”, protagonizado por diversos grupos nacionalistas.
Pese a estas acciones, el General Sir John Maxwell, Comandante Militar en Jefe de Irlanda continuaba siendo la máxima autoridad, por lo que el 29 de Mayo de 1916, desde el Castillo de Dublín sede de su comando, emitió una proclama por la cual extendía la Ley Marcial que había sido dictaminada antes de su llegada, a las pocas horas del estallido del levantamiento.
Esa misma jornada mantuvo una reunión con diferentes periodistas en donde expresó sus diversos puntos de vista para justificar la medida, en primer lugar recordó que las autoridades civiles se encontraban suspendidas, además es estado general del país involucraba aún ciertos riesgos. Expresó que todas las armas debían ser entregadas y que las cortes marciales continuaban. Refutó con varios argumentos las acusaciones sobre los excesos en la represión, defendió la política que condujo a las detenciones y ejecuciones iniciales, prometiendo que estos métodos seguirían siendo usados con el objetivo de capturar a 9 o 10 fugitivos que, estaban profundamente implicados en la rebelión.
Además negó terminantemente que se produjeran excesos durante la represión afirmando:
‘I cannot go over it all again now, but I think it ought to be made clear that in the beginning the rebels and those who controlled them were responsible for many acts which, even if one were to admit a state of war, which of course one cannot do in dealing with civil commotion, were quite outside the rules of warfare.’
‘They were murders in cold blood, and any impartial judge and jury would have been bound to find it so.’
(«No puedo ir sobre todo de nuevo ahora, pero creo que debería quedar claro que en un principio los rebeldes y los que controlaban eran responsables de muchos actos que, incluso si se admitiera un estado de guerra, que de por supuesto uno no puede hacer en el tratamiento de conmoción civil, estaban fuera de las reglas de la guerra ‘.
‘Eran asesinatos a sangre fría, y cualquier juez imparcial y el jurado habrían estado obligados a encontrarlo así. ‘).
Además expresó que la situación era aún más compleja dado la colaboración que habían tenido los rebeldes con Alemania, lo cual había puesto en serio riesgo la soberanía del Imperio.
Sin dudas las autoridades británicas estaban convencidas aún que la situación en Irlanda era lo suficientemente peligrosa como para mantener en vigencia la Ley Marcial y las cortes militares dado que a su parecer aún no habían sido capturados todos los líderes rebeldes.