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Archivos Mensuales: octubre 2014

31 de Octubre de 1914 – Mientras tanto en el frente ruso


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El 31 de octubre el general Malterre, notable tratadista, resumía del siguiente modo la situación del frente ruso en la citada fecha:

“Mientras el frente occidental tomaba, a partir del mes de octubre de 1914, la forma de una línea de circunvalación recíproca, que solo ha variado en algunos centenares de metros, el frente ruso ha estado en constante movimiento. La línea de batalla ha cambiado muchas veces brusca y violentamente. La guerra, que desde hace un año presenta en Francia todos los caracteres del asedio, ofrece en Rusia su clásica fisonomía. La estrategia y la táctica han adquirido extraordinario desarrollo. Al comparar las heroicas acciones de los Aliados en ambos frentes, los futuros historiadores militares concederán seguramente, desde el punto de vista de las lecciones de la guerra, gran atención a esta importantísima parte del drama que se desarrolla en el teatro oriental de las operaciones”

En Francia, la conquista de una fábrica de azúcar en Souchez se convierte en un hito, a falta de verdaderas victorias. Se da nombre de batalla a lo que no son más que trifulcas. Y como los ejércitos estancados no consiguen nada, la prensa, se centra en glosar hazañas menores de pequeñas unidades. Y no se olvida, sobre todo en la parte gráfica, recordad el drama de los muertos, los prisioneros y los refugiados. Las desmoralización cunde en muchas unidades:

Francia, Souchez, fábrica de azúcar en ruinas

Francia, Souchez, fábrica de azúcar en ruinas

La capitulación. En aquel momento se contempló una extraña aparición en la segunda línea. Una compacta columna enemiga que venía corriendo desembocó en el declive. ¿Era algún contraataque? Así lo creyeron algunos al principio, pero muy pronto comprendieron de los que se trataba, pues aquella gente llevaba los brazos en alto, y aunque esta actitud era molesta, corrían como liebres hacia nuestra trinchera. No cabía duda, pues. Era que los alemanes se rendían. Iban corriendo, pues tanto como a nosotros temían a su artillería, siempre despiadada para estas deserciones. Así atravesaron el cementerio, lo que antes era línea alemana, y nuestra trinchera de partida, llegando extenuados a nuestra trinchera de protección.

Eran cerca de cuatrocientos, entre ellos siete oficiales, que declararon haber dado fin a una resistencia imposible.

Esto es lo que cuentan los alemanes:

Esta brillante acción fue resumida por el comunicado alemán del siguiente modo:

“Sin que el enemigo se haya apercibido, hemos retirado de la parte este de Ablain la pequeña guarnición que teníamos allí y cuyo sostenimiento en dicha posición avanzada nos hubiese costado pérdidas inútiles”

Los muertos alemanes habidos en Ablain y los prisioneros que cogimos dan una réplica incontestable a este ingenioso comentario.

 
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Publicado por en 31 octubre, 2014 en 1914

 

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Prisioneros de guerra


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Los prisioneros de guerra de la Primera Guerra Mundial en Alemania es un aspecto del conflicto poco abordado por la investigación historiográfica. El número de soldados hechos prisioneros ha aumentado a poco más de siete millones1 para el conjunto de beligerantes, incluidos alrededor de 2.400.000 por parte de Alemania.

Desde 1915, las autoridades alemanas establecieron un sistema de campos, cerca de trescientos en total, donde no dudaron en recurrir a la desnutrición, a los castigos y al acoso psicológico, junto con el encierro, para la explotación metódica de los prisioneros. Ello prefiguraba la utilización sistemática a gran escala de los campos de prisioneros en el curso del siglo XX; sin embargo, el cautiverio organizado por las autoridades militares alemanes también contribuyó a crear intercambios entre las personas y dio lugar a muchos prisioneros a reflexionar sobre su compromiso y su relación con su país.

Las Convenciones de La Haya

A fines del siglo XIX, surge un debate sobre el marco jurídico de la guerra y del cautiverio de los soldados hechos prisioneros, en particular, después de los conflictos de Crimea y austro-prusiano. El zar Nicolás II fue el gestor de las dos conferencias que establecieron los términos legales y de las costumbres de guerra en La Haya en 1899 y 1907.

El capítulo II de la convención firmada en octubre de 1907 estuvo enteramente consagrado a los prisioneros de guerra y se inicia así: «Los prisioneros de guerra están en poder del gobierno enemigo, pero no de los individuos o de los cuerpos que los han capturado. Deben ser tratados con humanidad. Todo lo que les pertenezca personalmente, excepto las armas, los caballos y los papeles militares, sigue siendo de su propiedad».

Los veinte artículos que componen este capítulo reglamentan diversos aspectos de la vida en cautiverio, como el alojamiento, el trabajo, la religión, la alimentación, la vestimenta o, incluso, el correo. Pero este acuerdo internacional estaba impregnado de las concepciones del siglo XIX sobre la guerra. Así, por ejemplo, los prisioneros «podían ser puestos en libertad bajo palabra, si las leyes de su país lo autorizaban».

Los principales países de la Triple Entente y de la Triple Alianza firmaron la convención, con excepción del Imperio otomano que no figura entre los 44 signatarios de 1907. Las estipulaciones de La Haya entraron en vigor en el Imperio alemán y en Francia el 26 de enero de 1910; pero estas convenciones se revelaron inadecuadas frente a la amplitud de la Primera Guerra Mundial. En octubre de 1918, el número de prisioneros retenidos en Alemania se elevó a 2.415.043. Tal masa de hombres hizo imposible para un país en guerra respetar totalmente las convenciones en sus más ínfimos detalles. Durante el conflicto, se firmaron acuerdos especiales entre las partes beligerantes a fin de superar estas dificultades y, en 1929, se creará un nuevo texto que modificó la normativa aplicable.

A continuación os mostramos alguna foto de alguno de esos prisioneros.

La convicción inicial de que la Primera Guerra Mundial sería una guerra corta hizo descuidar las previsiones acerca del futuro de los capturados. Alemania, que en 1915 tenía a un millón de prisioneros de guerra, no tenía campos para acogerles, y muchos soldados murieron de frío al tener que dormir al raso mientras se construían. El soldado del 8 Regimiento de Línea belga, Pieter Godfried Bruelemans, fue uno de los capturados por los alemanes. En esta foto de 1916, Bruelemans, el segundo desde la izquierda, posa junto a algunos de sus compañeros.
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Imagenes

 

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HMS Collingwood (1908)


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El HMS Collingwood fue un acorazado Británico de la clase St. Vincent perteneciente a la Royal Navy.


El buque, fue botado el 7 de noviembre de 1908, y completado en 1910, y tras ser dado de alta, se le asignó a la primera división de la Home Fleet británica. En febrero de 1911, el Collingwood encalló en una zona rocosa cerca del Ferrol.

Sirvió como buque insignia de la primera escuadra en junio de 1912, se unió a la gran flota en agosto de 1914, con la que participó en la Batalla de Jutlandia. El príncipe Alberto (que posteriormente, al ascender al trono, lo hizo con su cuarto nombre, Jorge VI) sirvió en el HMS Collingwood durante la batalla como subteniente en la torre ‘A’.

En 1916, el HMS Collingwood se unió a la cuarta escuadra de combate, y una vez finalizado el conflicto, sirvió como buque de entrenamiento de artilleros en Portsmouth. El buque, fue desguazado en 1922.

HMS Collingwood
Banderas
Royal Navy Ensign
Historial
Astillero HM Dockyard Devonport
Clase Clase St. Vincent
Autorizado 1907
Iniciado 3 de febrero de 1907
Botado 7 de noviembre de 1908
Asignado abril de 1910
Destino vendido para desguace el 22 de diciembre de 1922
Características generales
Desplazamiento 19.488 t
Eslora 160,00 m
Manga 25,10 m
Calado 9,40 m
Armamento 10 cañones de 305 mm (12”) (5×2)
20 cañones de 101 mm(4“)
4 cañones de 3 libras (47 mm)
3 tubos lanzatorpedos supergidos de 457 mm 18”
Propulsión 4 Turbinas Parsons
4 hélices
Potencia 24.500 Cv.
Velocidad 21.00 nudos
Autonomía 4.690 millas a 10 nudos (solo a carbón)
Tripulación 756
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Armamento, Gran Flota - Grand Fleet

 

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HMS Colossus (1911)


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El HMS Colossus fue un acorazado de la royal Navy británica tipo dreadnought, y que era el cabeza de su clase.

Construcción

Fue autorizado según las estimaciones navales de 1808 junto a su casi gemelo Neptune, originalmente, debería haber sido el segundo buque de la clase Neptune, pero al HMS Colossus, igual que a su gemelo, el Hercules, se les aumentó el blindaje con respecto al HMS Neptune. Fue puesto en gradas de los astilleros Scotts de Greenock el 19 de julio de 1909, botado el 9 de abril de 1910 y dado de alta en la Royal Navy en 1911.

Historial

Tras su incorporación, fue asignado a la segunda escuadra de combate de la Home Fleet británica.

Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial en agosto de 1914, el Colossus fue designado buque insignia de la primera escuadra de combate británica. Bajo el mando de su capitán Dudley Pound participó, distinguiéndose en la Batalla de Jutlandia en 1916, actuando como buque insignia del almirante Ernest Gaunt. Durante la batalla, el HMS Colossus recibió dos impactos de 305 mm que le causaron daños menores y cinco heridos y disparó en torno a 100 proyectiles de 305 mm. Cuando finalizó la guerra, el Colossus fue usado como buque de entrenamiento hasta 1920 cuando, bajo los términos del Tratado Naval de Washington, fue puesto en reserva, y finalmente desguazado en 1928, siete años después de que lo fuera su gemelo.

HMS Colossus
Banderas
Royal Navy Ensign
Historial
Astillero Scotts Greenock
Clase Clase Colossus
Autorizado 1908
Iniciado 19 de julio de 1909
Botado 9 de abril de 1910
Asignado 1911
Destino en reserva en 1920
vendido para desguace en julio de 1928
Características generales
Desplazamiento 19.680 t
22.700 t apc
Eslora 166,42 metros
Manga 25,98 metros
Calado 8,01 metros
Armamento 10 cañones de 305 mm (12”) (5×2)
16 cañones de 101 mm (4“)
4 cañones de 3 libras (47 mm)
3 tubos lanzatorpedos supergidos de 457 mm 18”
Propulsión 4 turbinas Parsons
18 calderas
4 hélices
Potencia 25.000 Cv.
Velocidad 21,00 nudos
Tripulación 755 hombres
más de 800 en tiempo de guerra
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Armamento, Gran Flota - Grand Fleet

 

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John Jellicoe


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John Jellicoe, Admiral of the Fleet.jpg

John Jellicoe

Sir John Rushworth Jellicoe, Primer Conde de Jellicoe (5 de diciembre de 1859 — 20 de noviembre de 1935) fue un almirante de la Royal Navy. Combatió en la guerra anglo-egipcia de 1882 y en el Levantamiento de los bóxers, aunque se le recuerda especialmente porque fue el comandante de la Gran Flota británica en la batalla de Jutlandia, librada en mayo de 1916 durante la Primera Guerra Mundial. Su liderazgo de la flota en esta importante batalla fue objeto de controversia: no cometió errores graves y consiguió que la flota alemana se retirara a sus puertos —una derrota hubiera sido entonces catastrófica para los británicos— pero la opinión pública de su país se sintió decepcionada porque no había obtenido una victoria resonante como fue la batalla de Trafalgar. Jellicoe fue después Primer Lord del Mar, pero lo retiraron del puesto a fines de 1917 por su pesimismo sobre los daños que los submarinos alemanes causaban a la navegación aliada. Desempeñó también el cargo de Gobernador general de Nueva Zelanda a principios de los años 1920.

Biografía

Jellicoe nació en la ciudad portuaria de Southampton e ingresó en la Royal Navy como cadete en 1872. Su primera acción de combate ocurrió en 1882 durante la ocupación británica de Egipto. En 1888 recibió el título de almirante y en 1891 fue ascendido a comandante.

En 1893 sobrevivió al naufragio del HMS Victoria en el Mediterráneo, nave en la que era segundo al mando. Siete años después, en 1900, participó en la expedición internacional que capturó Pekín y puso fin a la Rebelión de los Bóxers, donde fue herido de gravedad pero pudo recuperarse.

Bajo el mando del Barón John Arbuthnot «Jackie» Fisher, Jellicoe fue Director de la Artillería Naval (1905-1907) y Director de la Marina (1908-1910). En medio de la carrera armamentística que se producía entonces entre las potencias europeas, defendió enérgicamente la modernización de la marina y la construcción de nuevos modelos como el Dreadnought y el submarino, siempre tomando como inspiración los logros de la Marina Imperial Alemana. Apoyó así mismo las investigaciones de Frederic Charles Dreyer sobre un moderno (para la época) sistema mecánico de asistencia de fuego y su adopción por parte de los nuevos buques de guerra británicos.

En 1911 Jellicoe quedó como subordinado de George Callaghan, comandante de la British Home Fleet. Sin embargo, al estallar la Primera Guerra Mundial Callaghan fue destinado a la reserva por Winston Churchill y Jellicoe lo reemplazó en su puesto. Tanto Churchill (que lo definió como «el único hombre en ambos bandos capaz de perder la guerra en una tarde») como Jellicoe estaban profundamente descontentos con las acciones de Callaghan en la Marina.

Jellicoe fue comandante de la flota británica en la Batalla de Jutlandia de 1916, uno de los mayores enfrentamientos entre barcos de guerra acorazados de la Historia y que terminó con un resultado poco claro que no permite adjudicar la victoria sin dudas a ninguno de los dos bandos. Su actuación en la batalla es todavía materia de controversia y no está exenta de críticas, si bien muchas de las acusaciones sobre supuestos errores en el transcurso de la batalla se adjudican alternativamente a Jellicoe y a su segundo, David Beatty.

En noviembre de 1916 fue nombrado Primer Sea Lord, pero en 1917 fue despedido de forma repentina por el nuevo Lord del Almirantazgo, Sir Eric Campbell Geddes y fue sucedido de forma sucesiva por Rosslyn Wemyss y David Beatty.

En 1918 recibió el título de Vizconde y fue nombrado Gobernador General de Nueva Zelanda, labor que desempeñaría entre septiembre de 1920 y noviembre de 1924. A su regreso a Inglaterra en 1925, fue nombrado Primer Earl Jellicoe. Murió en noviembre de 1935.

John Jellicoe
John Jellicoe (c. 1925)
Almirante de la Flota
Años de servicio 1872-1919
Lealtad Flag of Great Britain (English version).png Reino Unido
Servicio/rama Marina Real Británica
Condecoraciones Caballero de la Gran Cruz de la Orden del Baño
Caballero de la Gran Cruz de la Real Orden Victoriana
Participó en Guerra anglo-egipcia de 1882
Levantamiento de los bóxers
Primera Guerra Mundial

  • Batalla de Jutlandia

Nacimiento 5 de diciembre de 1859
Southampton, Hampshire (Reino Unido)
Fallecimiento 20 de noviembre de 1935
Londres, Reino Unido
 

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30 de Octubre de 1914 – El imperio Otomano entra en la Guerra


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El 30 de octubre de 1914, tras la persecución de los barcos de guerra Goeben y Breslau, el Imperio otomano entró en la Primera Guerra Mundial. La provincia de Van se encontraba entre Persia y el Cáucaso. Las rutas más accesibles que unían Persia con Rusia, Mesopotamia y Anatolia atravesaban la provincia.

Como consecuencia de su ubicación, Van tenía un elevado valor estratégico

 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en 1914

 

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Alfred von Tirpitz


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Alfred von Tirpitz (19 de marzo de 1849 – 6 de marzo de 1930) fue un Almirante y Comandante de la Kaiserliche Marine (Marina Imperial alemana) en 1892, Contraalmirante en 1895, y ministro alemán de Marina desde 1911. Nombrado Gran Almirante (deutscher Großadmiral) durante la Primera Guerra Mundial, de 1914 a 1916. Después de terminada su carrera militar, ingresó a la política y fue representante del Partido Popular Nacional Alemán, entre 1924 y 1928.

Biografía

Ingresó en 1865 en la Marina prusiana, donde desarrolló su carrera militar. Siempre mostró gran interés por la aplicación de la tecnología en el ámbito del armamento naval. Esta faceta llamó la atención de sus superiores, que le ofrecieron un cargo importante en los talleres donde se diseñaban y producían las nuevas armas. El objetivo de este proyecto era potenciar la fabricación propia. En la década de 1880, Tirpitz abandonó este puesto para proseguir ascendiendo en su carrera militar.

En 1890 fue nombrado jefe de Estado Mayor, y siete años después ministro de la Marina. En esta época mantuvo una estrecha colaboración con el káiser Guillermo II. Desde este cargo introdujo varias reformas para potenciar la Marina de guerra, además de incrementar el armamento, los buques, acorazados, cruceros, etc., siempre con la más alta tecnología. Hizo construir veintiocho submarinos para enfrentarse a los ingleses, cuya Armada era muy superior. En esta carrera armamentística se encontró con la oposición del resto de los militares, que criticaban los presupuestos que acaparaba.

Defendió la guerra naval. Fue el responsable del hundimiento del transatlántico RMS Lusitania de bandera británica. De los casi 2.000 pasajeros que viajaban, sólo se salvaron 700. El hecho de que 128 fueran estadounidenses, provocó que Estados Unidos entrara en el conflicto. En su defensa, Tirpitz alegó que el RMS Lusitania transportaba armas. Este hecho le costó su dimisión en 1916. Pero este acontecimiento le veremos más adelante.

Alfred von Tirpitz
Alfred von Tirpitz.jpg
El Gran Almirante Alfred von Tirpitz
Gran Almirante
Años de servicio 1869-1916
Lealtad Flag of Prussia 1892-1918.svg Prusia
Bandera de Imperio alemán Imperio alemán
Servicio/rama War Ensign of Prussia (1816).svg Marina prusiana
Bandera naval de Imperio alemán Kaiserliche Marine
Mandos Ministro de marina del Imperio alemán
Participó en • Guerra Franco-Prusiana
• Primera Guerra Mundial

Nacimiento 19 de marzo de 1849
Küstrin, Brandemburgo, Prusia
Fallecimiento 6 de marzo de 1930
Ebenhausen, cerca de Múnich
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Ejército alemán, Personajes

 

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Ludwig von Reuter


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Ludwig von Reuter (9 de febrero de 1869 – 18 de diciembre de 1943) fue un Almirante alemán durante la Primera Guerra Mundial, que comandaba la Flota de Alta Mar de la Armada Imperial Alemana cuando esta fue internada en Scapa Flow al final de la guerra. El 21 de junio de 1919 ordenó echar a pique la flota para evitar que los británicos o sus aliados se apoderaran de los buques.

Servicio

Von Reuter nació en Guben (Brandeburgo), en el seno de una familia de militares prusianos. Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, era capitán de navío, al mando del crucero de batalla SMS Derfflinger, el cual comandó durante la Batalla de Dogger Bank. En septiembre de 1915 ascendió a comodoro y se le dio el mando del IV Grupo de Exploración, con cinco cruceros ligeros bajo su mando, con los que participó en la batalla de Jutlandia. Ascendido a contraalmirante, fue puesto al mando del II Grupo de Reconocimiento, una flota de seis cruceros ligeros, al frente de la cual comandó la acción que dio lugar en noviembre de 1917 a la segunda batalla de Heligoland, donde enfrentado al ataque por sorpresa de una flotilla numéricamente superior de navíos británicos, dirigió exitosamente la retirada bajo el fuego enemigo hasta alcanzar la protección de los acorazados SMS Kaiser y SMS Kaiserin.

Tras el armisticio al final de la contienda, se ordenó al almirante von Reuter que mandara de la flota para ser internada en Scapa Flow hasta que se decidiera sobre su destino en el Tratado de Versalles. El almirante Franz von Hipper, comandante en jefe de la Flota de Alta Mar, había rehusado llevar sus buques al internamiento.

Antes de que la delegación alemana firmara el tratado de Versalles, von Reuter previó que sus buques serían repartidos entre los victoriosos aliados. Para evitarlo, ordenó que los 74 buques fueran echados a pique el 21 de junio de 1919, usando una inusual bandera de señales agregada previamente (una referencia a una canción estudiantil alemana en la que se pide más líquido). Sin que los británicos lo supieran, todos los buques se habían preparado para esta acción. En apenas cinco horas, 10 acorazados, 5 cruceros de batalla, 5 cruceros ligeros y 44 destructores se hundieron en Scapa Flow. El acorazado SMS Baden, los cuatro cruceros ligeros SMS Emden, SMS Nürnberg, SMS Frankfurt y SMS Bremen y 14 destructores fueron embarrancados por personal británico en aguas poco profundas cuando pudieron intervenir. Únicamente cuatro destructores permanecieron a flote. Nueve alemanes fueron asesinados por los británicos, incluido el capitán del SMS Markgraf en un intento de hacerles retornar a los buques que abandonaban en botes salvavidas.

Von Reuter fue vilipendiado en Gran Bretaña, y hecho prisionero de guerra junto con los otros 1773 oficiales y tripulantes que componían las tripulaciones reducidas de los buques. En Alemania, se alabó su acción y fue tratado como un héroe que había protegido el honor de la flota al evitar que esta fuera entregada al enemigo. Se retiró del servició activo y de la vida pública. En agosto de 1939 se le nombró chargierter admiral (es decir, se le promovió al rango de almirante a título honorífico, en reconocimiento a los servicios prestados a lo largo de su vida). Falleció en Potsdam en 1943.

Ludwig von Reuter
WP Ludwig von Reuter.jpg
Ludwig von Reuter
Contralmirante
Lealtad Bandera de Imperio alemán Imperio alemán
Servicio/rama Bandera naval de Imperio alemán Kaiserliche Marine
Unidad • SMS Derfflinger
Condecoraciones PRU Roter Adlerorden BAR.svg Orden del Águila Roja
Orden de la Corona (Prusia)
Orden de Hohenzollern
D-PRU EK 1914 1 Klasse BAR.svg Cruz de Hierro de I y de II clase
Cruz de Servicio (Prusia)
Orden al mérito Militar (Baviera)
Cruz Hanseática
Cruz de Federico Augusto
Royal.Albert.Order.Saxe.PNG Orden de Adalberto
Participó en Primera Guerra Mundial
• Batalla de Dogger Bank
• Batalla de Jutlandia
• Hundimiento de la flota alemana en Scapa Flow

Nacimiento 1869
Guben
Fallecimiento 1943
Potsdam
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Ejército alemán, Personajes

 

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HMS Revenge (06)


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El HMS Revenge (06) fue un acorazado botado por Reino Unido durante la Primera Guerra Mundial para la Royal Navy, y que sirvió hasta 1947. Pertenecía a la Clase Revenge, a la cual daba nombre, por ser el cabeza de la serie, también conocida como clase R o clase Royal Sovereign.

Historial

Primera Guerra Mundial

Fue el primer acorazado de la clase R en entrar en servicio. Integrante del 1º escuadrón de batalla de la 6ª División de Acorazados, de la Grand Fleet. Se destacó en la Batalla de Jutlandia, donde combatió al SMS König, evitando a duras penas cuatro torpedos separados, lanzados por los destructores alemanes que lo protegían, y perdió una oportunidad de oro de acabar con el SMS Seydlitz, gravemente averiado.

También intervino en la Segunda Guerra Mundial

No viene al caso pero os lo contamos, destinado desde el comienzo de la guerra a la ingrata y tediosa, pero vital y decisiva, escolta de convoyes en el Atlántico Norte o en el Índico, pasó un conflicto relativamente tranquilo. Participó en el bombardeo de Cherburgo el 11 de octubre de 1940 cuando lanzó 120 proyectiles de 381 mm desde una distancia de 16.000 metros, en la caza del Bismarck en mayo de 1941 y en la escolta de convoyes, tanto en el Atlántico Norte o en el Índico.

Regresó a Inglaterra en septiembre de 1943 tras pasar 25 meses en el Océano Índico como escolta de convoyes y pasó a la reserva. En noviembre llevó a Winston Churchill a Malta, primera etapa del viaje del primer ministro británico a Teherán. De vuelta en Portsmouth, en enero de 1944, el acorazado ya no volvió a navegar. En mayo de 1944 fue desarmado, sus piezas de 381 mm fueron retiradas y convertidas en baterías costeras para intervenir con su fuego sobre la costa francesa durante el desembarco de Normandía. El 17 de diciembre de 1944 fue convertido en buque entrenamiento portuario. Finalmente, el HMS Revenge fue dado de baja de la lista de buques de la Royal Navy el 8 de marzo de 1948. En septiembre del mismo año sería entregado al desguace

 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Armamento, Gran Flota - Grand Fleet

 

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SMS Dresden (1908)


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El SMS Dresden fue un crucero ligero (Kleiner Kreuzer en alemán) de la Kaiserliche Marine alemana, botado en 1906, de 118 m de eslora y tres chimeneas, armado con 10 cañones de 105 mm, y el primer crucero alemán equipado con turbinas tipo Parsons y cuatro hélices navales tetrapalas, que le permitían alcanzar 28 nudos, cuatro más que su gemelo, el SMS Emden, con el cual constituía clase.

Tuvo una destacada participación en la evacuación de alemanes radicados en el puerto de Veracruz en México a principios de 1914, llevando entre sus oficiales al teniente de navío Wilhelm Canaris, y durante esos días de asedio al deportado dictador Victoriano Huerta. Pancho Villa hizo un ofrecimiento al gobierno alemán para comprar este crucero y otros más. Después de concluido el traslado, fue relevado por el crucero Nürnberg y partió a Alemania.

Asumió el mando el capitán de navío Fritz Lüdecke.

El SMS Dresden, de la Marina Imperial Alemana

Primera Guerra Mundial

Estando en plena travesía, recibió la noticia del inicio de hostilidades e instrucciones de navegar hacia la colonia alemana de Tsingtao, China, y en plena mar se preparó el navío para entrar en combate.

Finalmente llegó a Tsingtao, aún en poder de los alemanes y se avitualló. Allí recibió órdenes de proseguir la navegación en pos de la flota del almirante Maximilian von Spee. Durante el viaje, el buque fue alistado para el combate, desechando todo material inflamable y accesorios inútiles.

En Chile

Se unió a la flota de von Spee en la isla de Pascua viniendo desde Tsingtao (China). Desde ahí zarpó con la flota hacia la costa sudamericana, específicamente al cabo de Hornos.

Participó en la batalla de Coronel (Chile) el 1 de noviembre de 1914, donde la flota alemana resultó victoriosa.

Durante una parada de abastecimiento en Valparaíso, su gemelo el SMS Emden fue inutilizado en las islas Cocos (12°11′10.24″S 96°49′47.07″E) el 9 de noviembre por el HMS Sydney.

En la batalla de las islas Malvinas el 8 de diciembre del mismo año, donde la armada inglesa al mando del vicealmirante Sir Frederick Sturdee hundió a casi todos los navíos de Von Spee, el SMS Dresden fue el único navío sobreviviente gracias a sus turbinas, que le dieron mayor velocidad (27 nudos) durante el forzado escape.

Se esconde en la Patagonia chilena

Los británicos no deseaban que el SMS Dresden se les escabullera y dieron una batida de caza por toda la región austral sin encontrarlo.

El SMS Dresden navegó por los canales patagónicos en busca de refugio. Una vez agotado el carbón, se mantuvo escondido en estrechos canales patagónicos chilenos no demarcados geográficamente (isla Santa Inés e isla Santa Magdalena), por espacio de varios meses y cambió de posición en muchas ocasiones, dentro de la misma zona. El lugar más espectacular fue el fiordo de Quintupeu (42°5′41.17″S 72°33′16.40″O), en cuya boca apenas cabía el SMS Dresden. Llancahué (42°10′17.30″S 72°24′06.37″O), Porcelana (42°29′3.36″S 72°26′11.69″O), Cahuelmó y Quintupeu que son unos bellos parajes del sur de Chile, donde se pueden apreciar vertientes naturales de agua termal agrupados en pozones al aire libre. En el fiordo de Quintupeu se divisan los cerros de la frontera y un farallón rocoso con una cascada directa al mar.

La tripulación sobrevivió gracias a la caza, pesca y fuentes de aguas naturales, así como a la ayuda de alemanes residentes en Chile, tales como Hary Rothenburg y Albert Pagels radicados en Punta Arenas (Chile).

A fines de febrero de 1915 y estando ya en condiciones de navegar, aunque con bajas reservas de carbón, buscó encontrarse con un barco alemán abastecedor en alta mar y luego emprender la llamada ruta de los veleros hacia Oceanía.

Albert Pagels y el fiordo de Quintupeu

El Dresden antes de hundirse en Juan Fernández.

 Quintupeu es un bellísimo fiordo, solitario, con una estrecha entrada de no más de un cable de ancho, con un saco de tres millas y un ancho de media milla, rodeado de acantilados de unos 600 m de altura, cubiertos de profusa vegetación, útil para abastecer las calderas del buque con una cascada de purísima agua. El 6 de febrero de 1915, al atardecer, llega hasta aquí el averiado SMS Dresden, con las máquinas quejándose y rechinando. Al pasar los enormes acantilados de la estrecha entrada, ven un velero con bandera alemana que resultó ser uno de los barcos de la flota de Carlos Oelkers de Calbuco que venía capitaneado por Enrique Oelkers, acompañado del eficiente colaborador Albert Pagels, quien les había informado de la emergencia del buque y traía víveres, carbón y mecánicos para llevarse las piezas dañadas a Calbuco y Puerto Montt.

Esa misma noche empezó la gloriosa estancia del Dresden en este maravilloso fiordo. El aire tibio de verano, la banda tocando en cubierta, cerveza, cecinas de las buenas, auténticas, fabricadas por los alemanes residentes y salchichas en fondos con agua hirviendo, ¡no podía haber nada más estupendo después de tantas privaciones! A la mañana siguiente, muy temprano, se empieza con el desarme de las piezas dañadas. Todo el personal tenía algo que hacer, había que apurarse, pues era de suponer que no podrían quedarse mucho tiempo, ya que ello contravenía la Convención de La Haya. Se sacaron dos pesadísimas tapas de las calderas semifundidas por las tremendas temperaturas a que habían sido sometidas, así como ejes y partes de los comandos del timón. Todo fue trasladado al velero de la flota de Oelkers que partiría rumbo a Calbuco y Puerto Montt. El personal, agotado, se retiró temprano. Al otro día se continuó con la labor de desarme de las últimas piezas dañadas con las que saldrían al día siguiente a las 5 de la mañana el capitán Wiebliz, Pagels y dos marineros en la lancha de vapor del buque, rumbo a la isla Guar para ser entregados al mediodía en el solitario estero de Chipué a la Elfeide, la goleta de Pagels comandada por su colaborador Schindling, y llevarlos a reparar a Puerto Montt, estratagema meticulosamente elaborada con anterioridad para no delatar la posición del Dresden.

Antes de partir con Pagels, Schindling entregó al capitán Wiebliz una bolsa con correspondencia para el buque, recopilada por muy diferentes y extraños medios. Enfilados a 182º magnéticos, rumbo que mantendrán por 10 millas para luego virar a babor, a la cuadra de la isla Queultín y tomar el nuevo rumbo de 124º hacia la isla Llancahué. Era un día soleado con mar plana y suave viento del NW. El pequeño motor a vapor de la lancha resoplaba acompasadamente, manteniendo una velocidad, con ayuda del viento, de 7 nudos que les auguraba una pronta llegada en unas 7 horas. Faltando más de una hora para efectuar el cambio de rumbo en la isla Queltin, el capitán Wiebliz, a instancias de los tripulantes, accedió a abrir el saco de la correspondencia. Sobre todas las cartas se destacaba inmediatamente una caja dirigida a uno de los marineros tripulantes, Otto Hunger, el corneta del buque, quien con gran apresuramiento y ansiedad la abrió: era un grueso chaleco con cuello de piel que le había tejido su madre, pues él en una carta se había quejado del frío de los canales magallánicos. Con gran alborozo se lo pone a pesar de que no correspondía a la temperatura veraniega. Al cambiar el rumbo hacia el oeste, favorecida por el viento de empopada, la pequeña embarcación aumentó su andar a casi 8 nudos, lo que les permitió llegar al buque con el sol aún alto.

Sobre la cubierta encontraron un misterioso cajón. El aserrín y restos de tablas que lo rodeaban denotaban su reciente construcción. Al preguntar a que correspondía, nadie supo contestar. Cuando el capitán Wiebliz fue a informar sobre su misión al Comandante Lüdecke, le preguntó por el misterioso cajón. El comandante le informó que se trataba del molde que se usaría para concretar la caja que contenía el tesoro mexicano, el que intentaba fondear en Quintupeo, ya que no había sido posible depositarlo en un banco en Alemania. “Nuestro destino es demasiado incierto como para continuar con esta responsabilidad”, justificó el comandante. En la mañana, el misterioso cajón había desaparecido, no quedaba ni rastro de su existencia. Al fondo del buque, en una bodega de la sentina, el teniente Canaris, Karl Hartwig el torpedero y Gregor Bitter el carpintero, en estricto secreto, envuelven la caja del tesoro con linoleum y la sellan con brea, para luego introducirla en el mentado cajón y concretarlo con la mezcla que el carpintero ya tenía preparada. Terminada esta última operación, Bittler introdujo en la mezcla dos ganchos de fierro para posteriormente, y una vez fraguado, izar el pesado bloque con la grúa de torpedos.

Valparaíso

El SMS Dresden se hizo a la mar y a la altura del puerto de Corral sorprendió y hundió a la barca inglesa Cornwall Castle, recogiendo a sus tripulantes, que fueron transferidos más tarde en Valparaíso a un barco de aprovisionamiento alemán.

En principio, su objetivo era tomar la ruta de los veleros, una vez abastecido de un barco amigo, pero en lugar del abastecedor se encontró con su última presa. El velero inglés venía sin carbón suficiente, por lo que las estimaciones de combustible para realizar semejante travesía le ponían en peligro de quedar a la deriva en medio del Pacífico.

El 1 de marzo, estando a la deriva, en la amanecida de una neblinosa mañana, los alemanes divisaron la silueta de un crucero inglés, que a su vez los divisó navegando a baja velocidad. Lüdecke contaba con pasar por un crucero chileno, ya que había sido repintado en un color más oscuro, semejante a los de la Armada de Chile. Pero los ingleses reconocieron al SMS Dresden e informaron por TSH a sus pares, siguiéndole bajo el horizonte.

Archipiélago Juan Fernández

Con sus reservas de carbón alarmantemente bajas, el crucero buscó abastecimiento el 2 de marzo en puerto chileno, en la bahía Cumberland en la isla de Más Adentro, actual Archipiélago Juan Fernández. La idea de Lüdecke era abastecer el navío para emprender definitivamente la navegación hacia Oceanía para encontrarse con su gemelo SMS Emden.

Hundimiento

La gobernación chilena sólo ofreció 72 horas de reparación con sus propios medios o internación. Estando en estos trámites, una fuerza inglesa compuesta por los cruceros HMS Kent, HMS Orama y HMS Glasgow lo sorprendió fondeado, el 14 de marzo de 1915. Lüdecke, imposibilitado de escapar o hacer frente, e intentando ganar tiempo para preparar la nave para su hundimiento, hizo subir bandera de parlamento, y envió al oficial Canaris al HMS Glasgow a parlamentar, pero los ingleses lo ignoraron y comenzaron a disparar. El Dresden hizo algunos disparos, pero una batería de popa fue alcanzada muriendo siete tripulantes. El capitán Lüdecke ordenó desembarcar la tripulación y preparar el hundimiento de su nave: Algunos miembros de la tripulación hicieron explotar la santabárbara de proa y abrieron las válvulas de fondo, para luego lanzarse a nado para alcanzar la orilla mientras el crucero imperial comenzaba a hundirse a las 11:35.

Los heridos más graves fueron atendidos por los mismos ingleses y trasladados a Valparaíso en el transporte Orama. Más tarde el crucero chileno Esmeralda se presentó y trasladó a los restantes marinos a Concepción.

La tripulación fue internada en la isla Quiriquina (Talcahuano, Chile) por el resto de la guerra. Tan sólo tres integrantes se fugaron, entre ellos el teniente de navío Wilhelm Canaris, futuro jefe de la Abwehr en el período nazi. El resto decidió unirse a la comunidad alemana residente en Chile.

Wilhelm Canaris

Wilhelm Canaris

 Es llamativo porque Wilhelm Canaris tuvo una larga relación con Chile, según lo documenta Richard Basset en El enigma del almirante Canaris. Historia del jefe de los espías de Hitler. Navegó por estas costas. Hizo ejercicios navales en Tierra del Fuego y Chiloé. A bordo del Dresden, jugó al escondite en el Pacífico Sur, durante varios meses, con la flota imperial inglesa en 1916. El Dresden fue el único navío alemán que sobrevivió a la catastrófica derrota teutona en las Malvinas, a fines del año anterior. Y cuando finalmente fue atrapado frente a las costas de Juan Fernández, una última y habilidosa jugada del subteniente Canaris, oficial de inteligencia a bordo, permitió que la tripulación desembarcara y hundiera su barco, impidiendo así a los ingleses darse el gusto de cañonearlo a discreción. En premio a su desempeño fue el primer oficial autorizado a huir del archipiélago chileno, donde se suponía que toda la tripulación del Dresden debía permanecer internada hasta el fin de la guerra. La tripulación sobreviviente del Dresden, Canaris entre ellos, fue internada en Chile, en la isla Quiriquina -frente a Talcahuano- y pese a que formalmente eran prisioneros, el relajamiento de las medidas de seguridad impuestas por la Armada permitió a varios de los oficiales viajar a Concepción en más de una oportunidad. Demás está decir que la fuga de Canaris (y, luego, de casi toda la tripulación) contó con el decidido apoyo de los anfitriones.

En agosto de 1915 se fugó junto a otros compañeros de armas desde Chile, desde Osorno. Allí estaba alojado en la mansión Von Geyso, desde donde lo enviaron al fundo Eggers, en Puyehue, a fin de preparar el cruce de la cordillera, lo que hizo solo y a caballo. Al otro lado, en una de las puntas del Nahuelhuapi, era esperado por otro integrante de la familia Eggers, que lo cruzó en bote hasta San Carlos de Bariloche, ubicándolo por algunos días en la estancia de Luis von Bülow. Allí fue recibido por el cónsul alemán Karl Wiederhold, quien le proporcionó ayuda.

Premunido de un pasaporte chileno -auténtico, que fue conseguido por agentes de la embajada alemana en Buenos Aires- a nombre de Reed Rosas, un modesto vendedor anglochileno, Canaris emprendió un viaje de 500 km hacia Osorno, en tren, llegando a esta ciudad el 6 de agosto valiéndose de su excelente dominio del español, y marchó hacia Argentina, donde finalmente consigue embarcarse hacia Alemania en un carguero holandés que lo llevó a Rótterdam, desde donde retornó a Alemania, donde fue rápidamente ascendido a capitán.

Además, fue reclutado por la inteligencia exterior alemana, dadas sus evidentes dotes de actor y su conocimiento del idioma de Cervantes, siendo enviado a trabajar a la embajada alemana en Madrid, donde estuvo un año ejerciendo funciones de espía, para lo cual utilizaba como cobertura su falsa de identidad del chileno Reed Rosas, agregando -cuando se lo preguntaban- que él venía de una pequeña ciudad del sur de Chile llamada Osorno.

Hoy

El Dresden es hoy una atracción para buzos profesionales debido a la claridad del agua en ciertas épocas del año, y se conserva aún en relativo buen estado, en el fondo del puerto de la isla a unos 70 m de profundidad y a 516 m del embarcadero. Muchas piezas de vajilla han sido extraídas por buzos lugareños.

En febrero de 2006 fue rescatada la campana de bronce de 155 kg del crucero por un grupo de arqueólogos. Se exhibió durante un año en el Museo Naval y Marítimo de Valparaíso en Chile antes de ser prestada a Alemania por las autoridades chilenas, por un período de cinco años, en muestra de las buenas relaciones institucionales. Actualmente se encuentra en el Museo Militar de la ciudad de Dresde.

Actualmente hay una pieza hecha de material fundido del Dresden en la Séptima Compañía de Bomberos de Concepción, Bomba Alemana ubicada en Veteranos del 79 S/N

El tesoro del Dresden

“La situación política en México en 1910 era caótica, los gobernantes eran derrocados continuamente, ante lo cual Alemania envió al crucero SMS Dresden para cautelar los intereses y la seguridad de la colonia alemana residente. En Tampico la situación era dramática e insostenible, imperaba el desorden y ante el inminente peligro de saqueo, los colonos alemanes entregaron al comandante sus joyas, dinero, oro y objetos de valor, iniciativa a la que se unieron otras familias de extranjeros, así como personajes mexicanos adinerados. Todo debía ser puesto a resguardo en un banco al regreso del Dresden a Alemania. El tesoro quedó en una caja bajo la custodia del comandante de la nave.

La nave navegaba rumbo a Alemania cuando estalló la Primera Guerra Mundial, agosto de 1914. El comandante recibió la orden de efectuar la guerra de corso en el Atlántico y, posteriormente, dirigirse a Isla de Pascua para integrarse a la escuadra del almirante Maximilian von Spee. En noviembre, el escuadrón de cruceros alemanes derrotó a una escuadra inglesa a 41 millas del puerto de Coronel en Chile, y esta misma fuerza, al incursionar en el Atlántico, fue completamente derrotada por otra escuadra inglesa en las islas Malvinas, salvándose solamente el Dresden. El SMS Dresden sufrió múltiples averías en el combate de Las Malvinas. Se ocultó en los canales patagónicos del sur de Chile donde fue ayudado y aprovisionado por el ciudadano alemán Hary Rothemburg, que residía en Punta Arenas. Aconsejado por Rothenburg, la nave puso rumbo al estero de Quintupeu, cerca de Puerto Montt. Allí la nave terminó su reparación y continuó su navegación hacia el norte, debiendo fondear en la isla Robinson Crusoe, pues ya no tenía carbón para sus calderas. Finalmente fue localizado por varios buques de guerra ingleses y hundido en la bahía Cumberland.

Uno de los testigos presenciales afirmó:

“Entre los miembros de la colonia alemana de Puerto Montt se comenta que varios de sus antepasados, que estuvieron a bordo del crucero mientras estuvo fondeado en Quintupeu, contaban que el último día, antes del zarpe, desde el buque arrojaron un cajón grande al mar y que éste podría haber contenido el tesoro de Tampico. Durante muchos años pescadores y buzos recorrieron el fiordo, pero no encontraron nada

Albert Pagels
SMS Dresden
Banderas
Bandera de Imperio alemán
Historial
Astillero Blohm und Voss , Hamburgo
Clase Emden
Tipo Crucero ligero
Iniciado octubre de 1906
Botado 5 de octubre de 1907
Asignado 14 de noviembre de 1908
Baja 14 de marzo de 1915
Destino Hundido en el Archipiélago Juan Fernández
Características generales
Desplazamiento 3364 t normal
4268 t a plena carga
Eslora 118,3 m
Manga 5,55 m
Calado 13,4 m
Armamento • 10 cañones de 105 mm de tiro rápido
• 8 cañones de 52 mm
• 2 tubos lanzatorpedos de 450 mm
Propulsión • 12 calderas a carbón
• 2 turbinas a vapor tipo Parsons
• 4 hélices de Ø1,95 m
Potencia 15 100 cv
Velocidad 25-28 nudos
Autonomía 3760 millas náuticas a 12 nudos
Tripulación 361
 
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Publicado por en 30 octubre, 2014 en Armada Imperial alemana., Armamento

 

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